La diosa que canta, Sopor Aeternus & The Emsemble of Shadows
Por Andrea Caballero:
Cuando el mundo mortal es demasiado, el día a día nos abruma, recordamos los tragos amargos del pasado y los fantasmas que nunca nos dejan se hacen más fuertes, recurrimos a nuestro santuario, donde nuestras fantasías no tienen límite, ese espacio en el que cada color, sonido y percepción se convierten en la perfecta terapia en una catarsis, así como el universo violáceo, gris, melancólico y victoriano que Anna Varney Cantodea (AVC) ha creado y al que conocemos como Sopor Aeternus & The Emsemble of Shadows, un proyecto plagado de sonidos e imágenes que evocan al sopor, un ensamble tan personal que a regañadientes nos da un vistazo al mundo de su creadora.
Se sabe que AVC comenzó (al menos públicamente) su trayectoria musical a finales de la década de los 80, de la mano de un compañero que no duró mucho a su lado por la falta de recursos para materializar su música y convertirla en un proyecto “real”. A pesar de ello AVC continuó con lo propio y a mediados de la década de los 90’s una disquera la contactó, marcando así su nacimiento como un referente del underground alemán y que no tardaría mucho en extender su melancólica influencia a otros lugares del mundo.
Su música se ha clasificado como darkwave, es justo decir que ha creado su propio género o un darkwave muy personal, en el que se mezclan letras originales, interpretación de poemas, diversos lenguajes y se fusionan sintetizadores con algún antiguo instrumento que puede transportarnos a un momento del barroco o cualquier otra época en la historia del hombre; es más, me atrevo a decir que a pesar de los refinados y elegantes sonidos, hay escondido algo salvaje y casi prehistórico que resuena en la esencia de la humanidad, y es posible que esa esencia sea oscura, quizá esa es la razón por la que a pesar de no saber nada de ella al escuchar sus composiciones las hacemos propias, tal como ella hizo con el escritor Edgar Allan Poe, uno de los miembros del club de los poetas malditos, cuyos poemas interpretó y musicalizó lanzándolos en CD y vinilo bajo el sencillo, pero hermoso título de Poética, donde ella reconoce que todo lo escrito por este oscuro creador tiene más de Sopor que la misma Anna ha plasmado en papel alguna vez. Quién sabe, a lo mejor es cierto o tan sólo es un cumplido. Cabe destacar que además de la deliciosa música este material viene acompañado por un libro de 156 páginas con las que ilustra esta fantasía.
En Sopor Aeternus la estética es un elemento fundamental, si bien esto es una obviedad porque en el mundo de la música también se vende la imagen, en este proyecto cobra un nuevo sentido, y para quién desconozca la razón de ello la explicación es sencilla, ella se niega a interpretar su música en vivo o estar en público en la medida de lo posible, o sea, no conciertos, no firmas de autógrafos o entrevistas donde tenga que interactuar cara a cara con otra persona, estos últimos encuentros los reserva para la filmación de sus vídeos, los shootings o cualquier tema con la producción de su arte y, supongo, de los menesteres cotidianos para vivir. También hay otra razón para una estética tan bien cuidada y conceptual, y es que a través de ella puede mostrar y materializar todo lo que en su ser acontece.
Todos aquellos que le seguimos de cerca o que quizá solo hemos curioseado por sus videos o galerías de imágenes debemos admitir que el primer encuentro es impactante; por ejemplo, para un adolescente que comienza a definir su estilo y se topa con el mundo underground, Anna y su creación le parecerán fascinantes, únicos y una bandera que proclama a gritos su individualidad, y la verdad es que no se equivoca, pero todavía pasarán años, conocimiento o quizá experiencias que le permitan comprender de una forma más completa el universo vertido tras esas imágenes; ahora, si eres un melómano en búsqueda constante podrá parecerte, o a lo mejor no, una bocanada de aire fresco con alma vieja, y al final si eres alguien totalmente fuera de su mundo podrá fascinarte o asustarte, lo único cierto es que no te dejará indiferente.
Sobre quién es Anna fuera de su universo, poco se sabe o más bien nada. Ella vive en lo que denomina un exhibicionismo introvertido, donde todo ha sido deliciosamente planeado, como su nombre: Varney proviene del libro de James Malcolm RyverVarney o El Festín de la Sangre y luego tenemos lo que bien puede ser su apellido, Cantodea, que bien puede interpretarse como “Diosa Cantante”, según AVC, al fin y al cabo no hay término que pueda describirla mejor. También sabemos que tiene alrededor de 70 años, que las actividades en público no son sus favoritas, ni siquiera comer fuera de su privacidad y que la simbología es un elemento importante, ya que constantemente vemos en su trabajo los símbolos de Júpiter y Saturno, y que al mezclarlos ha creado el propio llamándolo el símbolo de Jusa.
Eventualmente haré un compendio que grosso modo nos dé un tour por el mundo de la Diosa Cantante, quien a partir de lo más profundo en su interior, ha creado un universo donde convergen en total armonía los movimientos espasmódicos y dolorosos de un ser pálido, cuya cabellera puede tornarse en un serio moño de abuela o un nido oscuro propio de quienes alborotan sus cabellos en busca de alivio o de quien despierta en el abandono de no estar con ese ente amado que no llegará; un lugar donde a pesar de extrañar a alguien hasta el punto del dolor, se muestra la posibilidad de convertir todo esto en locura y arte, donde tal combinación nos inunda de deliciosos y extraños sonidos que nos invitan a bailar enfundados en oscuros o prístinos atuendos, sea ya por las calles donde habitan quienes nos son ajenos o en nuestra victoriana y desolada casa.