Psicología del terror ¿por qué nos gusta asustarnos?
Por Jessica Ebauche:
“A las personas les gusta tener miedo cuando se sienten seguras.”
Alfred Hitchcock
Se avecina la época del año favorita de muchas personas, y, a pesar de ser una combinación cultural en México, el día de muertos y Halloween conllevan ese contacto con lo que es terrorífico y causa temor, pero, ¿por qué disfrutamos asustarnos o causar susto a alguien más?
El hacerlo nos ayuda a comprender mejor nuestros miedos, a convivir con ellos y con los temores de las demás personas.
Hablemos un poco sobre la definición y diferenciación de terror y horror: en 1826, la novelista gótica Ann Radcliffe publicó un ensayo que distinguía dos elementos de la ficción de terror y horror. Mientras que el terror es un sentimiento de temor que tiene lugar antes de que suceda un evento, el horror es un sentimiento de repulsión o asco después de que un evento haya sucedido.
Los seres humanos llegamos a experimentar emociones de manera muy intensa, e incluso ambivalentes, como podría ser felicidad y ansiedad o tristeza y euforia, y la realidad es que esto puede ser muy placentero, ya que aporta diversas maneras de interpretar lo que nos sucede, o a otros, haciendo la vida más diversa.
Desde la teoría del conductismo podemos entender a la emoción como una etiqueta que describe una probabilidad de respuesta, es decir, una predisposición que funciona como herramienta social para predecir y comprender el comportamiento de las personas y que está predeterminada culturalmente. Esta idea se sustenta en aquellas respuestas innatas (aprendidas a través del tiempo respondiendo a la historia evolutiva de la especie) vistas como reflejos ante ciertos estímulos que tienen la finalidad de supervivencia.
“La más vieja y fuerte emoción de la humanidad es el miedo, y el más viejo y fuerte de los miedos es el que se da por lo desconocido”.
H.P. Lovecraft
En el trabajo clásico de Watson (1930), éste determinó, mediante investigaciones con niños, tres tipos básicos de estimulación atemorizante: los ruidos, la pérdida súbita de soporte y el dolor. Según este autor, estos estímulos son comunes a todas las especies animales y es a partir de ellos como se condicionan respuestas de miedo a otros estímulos diferentes.
El miedo es una respuesta primitiva que se encuentra en el sistema límbico, y, citando la teoría del cerebro triuno, en el cerebro reptiliano, siendo el encargado de los instintos, por lo que al sentir miedo respondemos de manera adaptativa, buscando evitar peligros o huir.
En esta línea del conductismo y el terror, por ejemplo, las películas de horror contienen estímulos atemorizantes que buscan una respuesta incondicionada, condicionada, o por generalización, pero este aspecto es sólo el primero para comprender la psicología en el terror, ya que muchas de las películas, poemas, música o literatura de este género tienen una manera de desenvolverse más interna, y para exponernos a ello debe haber una motivación.
“El bateador se encuentra de pie sobre la caja de bateo y en lugar de practicar un bate de Louisville, él utiliza una de las piernas de Herbie. El lanzador está sosteniendo una cabeza humana grotescamente mutilado y preparándose para lanzarla. El jefe, del que le [ sic] cuelga un ojo desde su nervio óptico, se ve como si ya hubiese sido utilizado para un par de cuadrangulares”.
Stephen King (1983). Danse Macabre, p. 24.
¿Qué nos motiva a elegir ese libro de Edgar Allan Poe o Lovecraft, a ir al cine y elegir La cabaña o Lords of Salem?
Bien, pues el terror tiene sus ganancias secundarias: nuestra moralidad no está implicada cuando vemos o leemos el asesinato o la tortura de los personajes, jugamos con la realidad a través de lo que puede ser, o no, posible de que suceda y, además, nos aporta liberación de neurotransmisores que pueden reducir niveles de ansiedad o estrés por la liberación de adrenalina que conlleva.
¿Has escuchado a una persona decir que le gustan las películas de terror, que no le espantan? Seguramente sí, y quizá seas uno de ellos, pues mucha de esta preferencia está influenciada por mostrar rasgos de personalidad, a uno mismo y a los otros, es por ello que cuando estamos en la casa del terror o en el cine observamos la reacción de los demás, lo que nos permite saber más sobre esa persona e incluso aprender nuevas formas de reaccionar.
La reacción que tengamos, será también una especie de interacción con la otra persona, que nos puede hacer incluso fortalecer lazos o establecer conexiones cerebrales positivas en torno a esa persona Todo esto implica que sabemos que existe un final, y con suerte, puede ser que ese mismo terror que buscamos llegue a su fin, teniendo sensación de placer, estimulando una experiencia única sin implicar que estemos en peligro real.