La biblioteca en casa
Por Félix Barquera:
Cuando uno piensa en libros, casi inmediatamente se va a las bibliotecas, con sus estantes repletos de libros, a veces hasta costándonos trabajo sacarlos porque están muy apretados. Creo que esa es la imagen que todos tienen de los libros, que deben estar en un librero lleno, porque siempre que buscas sobre libreros abundan las fotos de libreros repletos, llenos hasta el tope de libros, si hay algunos “experimentales”, como éste, los verás con pocos libros, aunque incluso hay quienes los abarrotan.
Desde hace poco más de una semana me dieron ganas de cambiar mi librero en casa. Yo también lo tenía abarrotado de libros, uno al lado de otro de izquierda a derecha y sin dejar espacios en medio, en algunos niveles incluso hasta libros horizontales sobre el muro de los verticales; pero ahora tengo una idea diferente, y mi razonamiento gira entorno al papel de un librero en casa.
Por la cantidad de libros que tengo, la idea más fácil es mover mi librero y después volver a poner los libros que ya estaban en él; pero la verdad es que mi objetivo con este cambio en mi casa no es simplemente pasar los libros de un lugar a otro y hacer espacio, no. Lo que quiero es priorizar la accesibilidad de los libros, pero pensando en la facilidad de acceso del librero y en el librero. Daré un poco de contexto:
En mi cuarto hay un estante empotrado en la pared que pusieron mis padres para que no se me cayera encima, porque mi cama queda en frente de éste. En mi cuarto, además del estante, hay un librero, y conforme fui creciendo fui comprando libros, algunos personales y otros por la escuela. En este punto, lo que tengo son muchos libros, y mal organizados. No puedo trabajar con libros en mi cuarto porque tampoco me da para eso el espacio, así que si quería un libro lo tenía que tomar de mi cuarto e ir a la sala para leerlo. Así que decidí modificar todo este periplo porque, ahora , por varias razones, estoy teniendo problemas para mantener hábitos de lectura, y si le sumamos la complejidad de su acceso, pues todavía es peor.
Por eso, quería mover mi librero para la sala, donde tengo más comodidades que facilitan la lectura y su manejo. ¡Muy bien! Ya tenemos el lugar, pero ahora viene el otro planteamiento. ¿Moveré mis libros, todos, junto con el librero? La respuesta es no, y a partir de ésta es que me vino esta reflexión.
Un librero en casa debería distar de la imagen que tenemos de la biblioteca. Empecemos por las definiciones. En una biblioteca se les llama estantes, y van por pasillos y pisos del edificio. Están pensados para que el usuario vaya, seleccione un libro, lo tome, y se vaya a otro lado a leer, de modo que la única finalidad de estos estantes es la de disponer los libros para el usuario, pero no la de comodidad o agradabilidad a la vista. Para eso están las salas de lectura, con mesas, escritorios, sillas y sillones, a veces, para la comodidad del usuario en su lectura.
Sin embargo, en la casa, no hay un estante, sino un librero, y su finalidad ya no es sólo la de disponer los libros para los “usuarios”, porque en casa ya no nos consideramos usuarios, sino que también convive con un entorno diferente: el de la vida diaria y la comodidad y amenidad a la vista de quien habita la casa. Por eso, el librero no debe estar repleto, sino que debe tener un espacio para respirar que se conjugue con el entorno de la casa. Ahora bien, parto de la idea de que no es lo mismo tener libros en casa que en una biblioteca, por ello hasta diferencio entre estante y librero.
La casa no es para estar rodeado de pies a cabeza de libros de cualquier tema, al menos para los simples mortales, para eso existen las bibliotecas. Lo ideal sería que hubiera un estudio, un lugar que funcione como una oficina, una pequeña biblioteca, un salón de clases e incluso hasta un patio multiusos personal. Lamentablemente no todos podemos tener un espacio como éste y es cuando a veces podemos caer en el acumulamiento ya de libros ya de otras cosas.
El librero en mi casa no lo quiero como ostentación para regodearme de los libros que tengo, no, sino como un lugar de exploración, de descanso, de paz y de aventura, que me ofrezca algo, pero al mismo tiempo me deje poner cosas nuevas. Eso es lo que yo busco en mi librero. Si tienes más libros, como es mi caso, de los que quieres tener a la mano, es mejor buscar otro lugar para ponerlos y así tener una “bodega”, ese lugar en el que acumulas libros sin ton ni son, pero a los que seguirás teniendo acceso cuando tengas necesidad.
No es tirar libros, no es escoger los mejores, o los que más te hayan gustado, sino seleccionar aquellos que necesitas o que ocupes regularmente y los que te puedan ofrecer un ameno camino a la lectura. Yo me siento abrumado de ver todos los libros que tengo y los que no he leído, pero, si me doy un espacio para ello donde tenga la libertad de tomar uno viejo o poner uno nuevo, el panorama cambia a uno mejor y más accesible.
Espero que esta pequeña reflexión te ayude a organizarte en casa, a organizar tus espacios, tus libros y, sobre todo, tu mente. Si te encanta tener libros por doquier en libreros repletos de lado a lado, no hay problema, yo sólo te muestro mi pequeña visión.