La necesidad de un planteamiento filosófico para la colonización y la comunicación inter-espacial

Por Ignacio Santibañez:
¿Existe la vida más allá de la tierra?

Es una pregunta que muchos nos hemos planteado con gran entusiasmo y que se vuelve más interesante conforme avanzan los conocimientos de la ciencia y la tecnología; pero, ¿qué antecedentes tenemos hasta el momento?

Recientemente se anunció la detección de un gas llamado fosfina en el planeta venus,[1], una sustancia que habitualmente se produce por la participación de microorganismos y que podría ser potencialmente indicativa de la presencia de vida en el segundo planeta del sistema solar; además, existen otros elementos interesantes que podrían ser también indicativos de esta manifestación, como podemos especularlo con los recientes anuncios dados por la NASA, tras la confirmación de la existencia de agua en varios cráteres de nuestro satélite natural, la luna,[2], así como en el planeta Marte, en el cual también se informó de la existencia del sustancial líquido, encontrado bajo una capa de hielo ubicada en su polo sur.[3].

Antes de ir más allá en este planteamiento, es necesario abordar el tema bajo una narrativa científica, considerando lo que expresan ciencias como la exobiología y la astrobiología, qué de manera conjunta se encargan de estudiar la vida en el exterior planteando distintas hipótesis encaminadas a explicar cómo se daría la evolución fuera del planeta y cuáles serían los factores cósmicos que favorecerían el desarrollo de la vida, desde los escenarios más propicios hasta los más adversos posibles.

Además de estas ciencias, es fundamental considerar lo que describe la biofísica, qué en términos coloquiales, establece que la vida implica una manifestación de la energía que debe preservar su permanencia en un estado y tiempo determinado; dicho de otra forma, los seres vivientes estamos compuestos de energía y somos susceptibles de sus efectos tal cual lo establezcan sus facultades conforme a las leyes naturales.[4].

Con lo anterior, es posible entender algunas de las características principales de los seres vivientes, por ejemplo, que capturan su energía del entorno preservando temporalmente su densidad lo más estable posible, que se reproducen en cuanto las condiciones son propicias y que sufren cambios moleculares a pesar de mantenerse en su forma básica tras experimentar un proceso constante de evolución molecular; además, debe existir una fuente de energía o un súper acelerador de partículas que proporcione un flujo continuo cuasi-estable, mismo que de manera fáctica podemos experimentar a través de nuestro gran astro, el sol.

Establecido lo anterior, podemos hablar de los esfuerzos que humanamente se han desarrollado con proyectos como SETI (Search for ExtraTerrestrial Iintelligence),[5], que tiene entre sus finalidades encontrar vida extraterrestre inteligente a través de herramientas como la interpretación de señales electromagnéticas y mediante el envío de mensajes al espacio en espera de alguna respuesta.

Este proyecto SETI, que es auspiciado por la NASA, ha impulsado proyectos como el del Disco de oro de las Voyager, el cual fue lanzado al espacio en 1977 y que contiene la información básica de la composición del ser humano, su estructura genética, su composición química, su cultura, su música, sus tradiciones, su pensamiento filosófico y su forma de reproducción, entre mucha otra información.[6].

También existen otras misiones espaciales similares como el caso de La placa de la sonda espacial Pioneer, consistente en una serie de placas que fueron lanzadas a bordo de las sondas espaciales Pioneer 10 y Pioneer 11, en los años de 1972 y 1973, respectivamente, las cuales están inscritas con mensajes simbólicos basados en jeroglíficos y signos ancestrales provenientes de la cultura de la tierra, con lo cual se pretende informar a una posible civilización extraterrestre de la información básica de forma de vida del ser humano como la que está descrita en nuestro ADN.[7].

Por si fuera poco, en 2014 la NASA público un libro llamado, Archaeology, anthropology, and interestellar communication, el cual tiene como propósito principal, describir el protocolo oficial para el posible contacto con inteligencia extraterrestre. No sabemos si los seres extraterrestres perciban y conceptualicen su realidad de manera similar a la nuestra, si utilicen las mismas categorías cognitivas, o incluso si se comunican a través de canales visuales o acústicos, sin embargo, uno de los elementos más importantes que destaca el texto, es la referencia que se hace de la cultura maya, a la cual describe como la fuente más importante para plantear un posible entendimiento interespacial, argumentando que a partir de descifrar el código maya, fue también posible descifrar otros códigos tan diferentes como los jeroglíficos egipcios, en virtud de que ambos resumían toda una ideología o pensamiento en imágenes, es decir, por el uso de símbolos ideográficos que transmiten ideas directamente a la mente sin necesidad de un discurso. En el libro también se destaca la importancia del conocimiento matemático de la cultura maya como lenguaje universal, mismo que fue plasmado con gran precisión en su calendario, así como en general en su conocimiento astronómico y astrológico.

A pesar de tantos esfuerzos, hasta ahora no se ha tenido evidencia concreta de la existencia de vida extraterrestre, sin embargo, tan sólo por la satisfacción del uso de la imaginación, valdría la pena preguntarnos, ¿qué pasaría si en realidad existiera vida inteligente en alguna región del infinito? Quizás podría ser como lo plasmó Herbert George Wells, en La guerra de los mundos, obra que resalta, además, por haber sido transmitida por radio y dramatizada el 30 de octubre de 1938 por la emisora CBS, provocando una situación de histeria en la sociedad estadounidense tras recrear la llegada de extraterrestres a Nueva Jersey, con la destrucción de ciudades calcinadas con rayos aniquiladores en su camino hacia Nueva York.

Esta visión trágica fue también compartida por el astrofísico Stephen Hawking, quien aprovechó para alertar sobre los riesgos de intentar contactar con otra civilización inteligente, “no vaya a ser que lo logremos”,[8], dijo, y es que el astrofísico expresaba que no sabíamos las intenciones que éstos tendrían ante a nosotros; tal vez su pesimismo se fundamentó en que los extraterrestres podrían ser un espejo de la conducta humana en la actualidad.

Por ello, quizás de momento nuestro peor enemigo no sea un extraterrestre, sino nuestra propia especie, y esto comienza a tomar relevancia en cuanto se plantea la posibilidad de colonizar otros planetas. Actualmente la NASA anunció que planea construir una base lunar que funcione con energía solar, esperando que cuente con presencia humana permanente a partir del 2024.[9], así también, el multimillonario Elon Musk, a través de su empresa SpaceX, en colaboración con la NASA, pretenden crear una colonia en Marte durante los próximos 10 años, proponiendo habitar el planeta rojo para el 2033.[10].

Estos hechos pueden parecer de inicio totalmente emocionantes, pero también plantean un nuevo dilema, uno inter-espacial, y es que es muy probable que cualquier nación o compañía que planee iniciar una colonia extraterrestre, tenga la tentación de comenzar la civilización desde cero, es decir, de acabar con el pasado y de llegar a una visión utópica de una nueva forma de gobierno; no obstante, la historia sugiere que esto no es lo más esperable, ya que existen innumerables antecedentes de las atrocidades que el ser humano ha estado dispuesto a cometer para satisfacer sus intereses personales.

Imaginemos la puesta en práctica de la colonización, en este entorno, parte de los retos será el construir ciudades, para ello se requerirán personas que trabajen, materiales, energía, transporte, comunicación, controles de gravedad y protección contra las temperaturas extremas y la radiación, pero, además, se requerirá de la producción de oxígeno. Tomemos este elemento como ejemplo, si alguien consigue su control, podría controlar también a la población y amenazar con consecuencias directas a cambio de poder.

Para no caer en este supuesto, podría decirse por fortuna que ya existen ciertas regulaciones interplanetarias, como es el caso de Los Acuerdos de Artemisa,[11], tratado que contempla ciertos principios para la exploración en la luna, como la transparencia de las actividades, la interoperabilidad de los sistemas nacionales, la obligación de catalogar todo objeto espacial, el intercambio de datos científicos y la gestión adecuada de los desechos espaciales, entre otros aspectos;[12], así también, existe el Tratado del Espacio Exterior[13], el cual fue promulgado por la Organización de las Naciones Unidas en 1967, y que dentro de sus puntos clave prohíbe a los estados que lo reconocen, la colocación de armas nucleares u otras armas de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, su instalación en la luna o en cualquier otro cuerpo celeste, ya que estos están considerados como patrimonio común de la humanidad.

No obstante, como lo experimentamos en la tierra, no existe ley perfecta que abarque todas las  necesidades de una sociedad como la humana, por lo cual es necesario hacer una profunda reflexión filosófica, científica, antropológica y moral, para tener una mejor convivencia en el espacio, es decir, se requerirá redactar una constitución para el asentamiento humano de modo que éste sea libre e independiente, ya sea en la Luna, en Marte, o en cualquier base o cuerpo celeste ubicado en el espacio, en el que podamos habitar en algún momento.

¿Qué nos depara el futuro? Hoy en día la NASA abre la puerta a la colaboración con empresas privadas para posibilitar los viajes comerciales al espacio, por lo que se crearán nuevos mercados espaciales que, combinados con tecnologías como el internet de las cosas, los drones y las mejoras al cuerpo humano mediante la manipulación del ADN, nos hacen pensar que en un futuro no muy lejano podremos convertirnos literalmente en ciborgs, en criaturas compuestas de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos con implantes digitales en el cerebro, como ya se prevé con aparatos como el Neuralink,[14], el cual busca lograr una simbiosis total con la inteligencia artificial para potenciar nuestras capacidades al límite, mediante la instalación de softwares que nos permitirán, por ejemplo, hablar todo tipo de lenguaje o tener cualquier conocimiento especializado.

Aunado a lo anterior, con el paso del tiempo, el interplanetarismo seguramente resultara en la mutación de nuestros cuerpos, que evolutivamente buscarán adaptarse a los nuevos entornos, entonces, cuando nos veamos en el espejo, ¿a quiénes consideraremos los extraterrestres?

Definitivamente la colonización espacial representará, en un sentido profundamente simbólico, el traspaso de una barrera humana muy trascendente. Los recursos en la tierra cada día son más escasos, pero, como lo evidencia la historia, los seres vivos persistiremos buscando conservar siempre nuestra existencia y reproducción, ya sea en la tierra o en cualquier punto del espacio que sea necesario.

Así como lo establece la ciencia y lo han expresado metafóricamente algunas religiones, somos polvo de estrellas, ya que nuestra humanidad proviene del espacio y es de ahí de donde surgió lo que algunos han llamado, la partícula divina, por lo tanto, la simple probabilidad matemática nos indica que en la vastedad del universo es mucho más probable pensar que existe vida en otro planeta, que poder aseverar que ésta no exista.

Yo espero con ansias que esto suceda, ¿y tú qué opinas?


[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-54156929
[2] https://elpais.com/ciencia/2020-10-26/la-nasa-confirma-que-hay-agua-en-la-luna.html
[3] https://www.nationalgeographic.es/espacio/la-nasa-encuentra-definitivamente-agua-liquida-en-marte
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Biof%C3%ADsica#:~:text=La%20biof%C3%ADsica%20es%20la%20ciencia,la%20explicaci%C3%B3n%20de%20propiedades%20biol%C3%B3gicas
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/SETI#:~:text=SETI%20es%20el%20acr%C3%B3nimo%20del,(b%C3%BAsqueda%20de%20inteligencia%20extraterrestre)
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Disco_de_oro_de_las_Voyager
[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Placa_de_la_Pioneer
[8] https://www.bbc.com/mundo/noticias-43415617
[9] https://www.ngenespanol.com/fotografia/nasa-anuncia-nueva-base-lunar/
[10] https://cadenaser.com/ser/2017/03/10/ciencia/1489133781_961985.html
[11] http://latamsatelital.com/los-acuerdos-de-artemisa/  
[12] https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/7-paises-firman-los-acuerdos-de-Artemisa-un-tratado-para-exploracion-espacial-en-el-futuro-20201013-0085.html
[13] https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_sobre_el_espacio_ultraterrestre
[14] https://es.wikipedia.org/wiki/Neuralink

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Ignacio Santibañez

Libre pensador, adogmático, hermetista, financiero, mercadólogo, que busca el equilibrio entre lo material y lo intangible

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