El tren hacia ninguna parte
Por Oliver Miranda:
La narrativa estadounidense se ha visto fuertemente influenciada por el que quizá sea el tema más importante de este país: el racismo. Dicha temática fue utilizada de varias maneras a lo largo de los siglos, haciendo hincapié en historias clásicas de su literatura, como la presencia de los esclavos en Las aventuras de Tom Sawyer, y llevándolas incluso a una romanización como es el caso de La cabaña del tío Tom (el término “Tío Tom” sigue siendo usado de forma despectiva entre la comunidad afroamericana); es una temática que alimentó y seguirá alimentando el discurso de nuestro vecino del norte.
El escritor Colson Whitehead nos presenta una contraparte de la época en su libro El ferrocarril subterráneo, en donde nos cuenta los horrores a los que fueron sometidos los esclavos en el salvaje sur de los Estados Unidos y los anhelos de libertad en el ferrocarril que los transportaría a la libertad en el norte, todo esto a través de los ojos de Cora, que presencia y sufre gran parte de los abusos.
El racismo y el esclavismo no es algo nuevo dentro de las historias de Estados Unidos, sin embargo, la manera de tratarlo sí ha ido modificándose. Whitehead se enfoca en los horrores de los abusos perpetrados en su novela, lo cual en la época actual no solamente no representa nada nuevo a los ojos del lector, sino que resulta contraproducente para construir a los personajes que componen la historia, salvo unas cuantas excepciones; la misma Cora, que es el personaje principal, queda reducida a unas cuantas emociones que nos alejan del crisol humano que nos compone de diversos anhelos y miedos.
El horror y las atrocidades no carecen de estética literaria, eso es algo que el autor dejó de lado, y no pudo siquiera deshacerse completamente de dichas características para llegar al plano de lo meramente crudo. A pesar de que la crítica parece ser unánime en cuanto a elogios para el escritor que pertenece a lo que quizá sea la época de oro de escritores afroamericanos y que acaba de ganar su segundo premio Pulitzer en 2020 a la mejor novela (el primero fue por El ferrocarril subterráneo), hace falta pulir detalles para hacer piezas verdaderamente memorables sobre el tema que parece ser la herida que nunca cicatriza.