Las disculpas de España
Por Alejandra Martín del Campo:
Serie “Los Teules”
El 13 de agosto de 2021 se conmemorarán 500 años de la caída de la Gran Tenochtitlán, y, aunque esto no signifique ni lejanamente el momento ni inicial ni culminante de la Conquista de México, sí es uno de los momentos históricamente más significativos para los mexicanos.
Desde nuestros primeros años escolares, una retórica maniquea nos ha contado que un día arribaron a estas tierras unos barbudos, pestilentes, piojosos, expresidiarios, crueles, arribistas, perversos, sanguinarios y ordinarios españoles, que sin que nadie los llamara vinieron a someter vilmente a los misericordiosos, bondadosos, éticos e incorruptibles indígenas americanos.
La verdad, sin embargo, puede resultar menos poética. La caída de la Gran Tenochtitlán significó la muerte de al menos 250000 almas mexicas. Una visión así de simplista podría provocar la exaltación de cualquier sentimiento nacionalista, pero, antes de caer en la ira desmedida, se debe considerar que 150000 murieron a causa del hambre y la viruela, y que para los 100000 restantes el ejército español no contaba con más de 900 hombres.
Si bien es cierto que los nativos se hallaban en franca desventaja frente al armamento español, también es cierto que para que 900 hombres pudieran aniquilar a 100000 se requería que cada uno de ellos matara certera y efectivamente al menos a 111. Es poco probable que así sucediera, y, si no fue así, cabría preguntarnos: ¿quién aniquiló a los mexicas?, los propios nativos americanos; y ¿por qué?, porque aquellos nativos americanos eran reinos sometidos por los mexicas, que muy lejos estaban de ser aquellos hombres nobles, bondadosos e ingenuos que desde nuestros primeros años de escuela nos han mostrado.
“La Fusión de dos Culturas”
Hernán Cortés, para lograr la conquista de la Gran Tenochtitlán, contó con el apoyo de un buen número de soldados tlaxcaltecas, totonacas y de otros reinos, que se distinguieron por su incontrolable ira y una profunda sed de venganza ante las que poco pudieron hacer ya los españoles. Durante días, hombres, mujeres, ancianos y niños fueron violados, atormentados, asesinados y masacrados a manos de indígenas americanos.
Pero, como se mencionó, la Conquista de México no inició ni se consolidó con la caída de la Gran Tenochtitlán—pensarlo así es incluso denigrar nuestra propia historia—, sino que la caída de la ciudad dio a los españoles la técnica precisa para continuar con el proceso de conquista: arrasada la Gran Tenochtitlán, la conquista alcanzó otros reinos, incluso aquellos que fueron aliados de los españoles. Purépechas, Colimas, Zapotecos y muchos otros padecieron el mismo infortunio bajo la misma mecánica utilizada en la Gran Tenochtitlán: unos cuantos españoles dirigiendo y miles de guerreros americanos haciendo el trabajo sucio.
Quienes se unieron, ya fuese por gusto o forzadamente, a los españoles pensaron quizás que el sometimiento no sería para ellos; tarde comprendieron que correrían la misma suerte. Al pasar del tiempo, casi todos los indígenas americanos serían adheridosde forma por demás violentaa lo que poco a poco se conocería como la Nueva España.
El surgimiento de la Nueva España, que no es otra cosa más que la antelación de nuestro querido México, es obra de la adhesión, de la fusión y del intercambio de dos culturas, pero lejos estuvo de ser un proceso pacífico o sensible. El sacrificio, la explotación y la sangre derramada de nuestras culturas prehispánicas es sobre lo que se erige este maravilloso país. La Conquista de México, como toda conquista, fue un proceso doloroso, cruel y violento, en el que no fueron respetados y en el que, es más, fueron violentados desde los más elementales derechos de cualquier ser humano.
No obstante la participación, la mayoría de las veces forzada, de los nativos americanos, la responsabilidad de España ante la masacre que significó la Conquista de México no debe omitirse, aun cuando de ese proceso tan sangriento nosotros, los actuales mexicanos, para fortunio nuestro, seamos el resultado.
Entonces, ¿debería España disculparse por la crueldad de la Conquista?
Todo es cuestión de enfoques.
Un enfoque “malinchista” se enfocaría más en la participación de los nativos originales, que bien por odio, venganza o revancha participaron activamente y coadyuvaron para el logro de la Conquista. Una tendencia “valemadrista” se fundamentaría en el “¿y a mí, qué?”
Desde una postura bien personal, de hecho, personalísima y basada en los mínimos valores de respeto y amor hacia nuestros semejantes, es justo pedir, es más, exigir las disculpas de España, no obstante que gracias a esa desgracia llamada Conquista, México tenga hoy un idioma, una nación y una religión que nos inscribe y nos describe a todos los mexicanos.
Matanza del Templo Mayor
No debe olvidarse: México es el resultado de la sangre derramada, de la muerte, de la violación, del robo, del saqueo y del infortunio que millones de indígenas sufrieron a manos de españoles; de eso no hay duda alguna.