Historias desde un pasado no superado
Por Oliver Miranda:
Juzgar el pasado con los ojos del presente es un pecado al que parece predestinada cada generación. Nos cuesta trabajo entender que muchos de nuestros libros preferidos fueron escritos en otra época con su respectiva normalidad y controversias, y eso no los vuelve menos brillantes. Doris Lessing creció en un mundo muy distinto al que nos encontramos: el África aún con divisiones raciales, lo cual es palpable en sus libros y especialmente en sus Relatos africanos (1956), donde a través de las postales que hace la escritora con sus palabras podemos asomarnos a ese mundo exótico en convivencia con la colonización.
Desde la conmovedora historia de la relación de una hacendada con un delincuente que ella crio, hasta la historia de un chico que se enreda en la truculenta vida de Johannesburgo de los años 50, el lector se sumerge en un mundo de una manera tan vívida que puede sentirse identificado con más de un aspecto de la historia, mostrándonos que a pesar de las épocas, lugares y contextos las emociones que conectan al humano van más allá.
A pesar de no existir una crítica directa al colonialismo como tal, la postura de la escritora es evidente: un mundo incomodo en donde los humanos se distinguían por el estatus otorgado por algo tan absurdo como el color de su piel y que buscaba el exterminio cultural del otro en vez de la comprensión.
El poder observar ese pasado es entender un poco de lo que sucede en el presente, barreras que aún no son superadas y resentimientos que datan de muchos años atrás. La visión de Doris Lessing, con un enorme sentido de la narrativa y la estética, nos permiten dar ese vistazo y comprenderlo, hacer que se remueva algo en nosotros mismos para poder comprender luchas que quizá no nos corresponden o quizá sí.