La fotografía como arma moral
Por Leto Gómez:
A lo largo de la historia de la humanidad muchos hechos atroces se han podido evidenciar a través de la fotografía, siendo una daga que apuñala la moral y la sensibilidad de muchas personas, pues el ser humano tiene la capacidad de sentir empatía. Gracias a eso, se puede evitar que ciertos sucesos controversiales se vuelvan a repetir, como lo ocurrido durante la segunda guerra mundial. Cuando se llevó a cabo la liberación de los campos de concentración, el mundo no sabía el horror del nazismo y los estragos que había dejado la guerra; gracias a la evidencia fotográfica tomada por los diferentes ejércitos o fotoperiodistas, el mundo fue testigo de estos actos inhumanos.
Mientras las tropas aliadas avanzaban a través de Europa en una serie de ofensivas contra Alemania, empezaron a encontrar prisioneros de los campos de concentración. Las fuerzas soviéticas en julio de 1944 fueron las primeras en encontrar un campo nazi importante, el de Majdanek, cerca de Lublin, Polonia. En el verano de 1944, también llegaron a los campos de exterminio de Belzec, Sobibor y Treblinka; posteriormente, en enero de 1945, liberaron Auschwitz, el campo de exterminio y concentración más grande. Los nazis habían forzado a la mayoría de los prisioneros de Auschwitz en las marchas de la muerte, y cuando los soldados soviéticos entraron al campo encontraron vivos a solamente algunos miles de prisioneros hambrientos. Tiempo después, las fuerzas del ejército americano liberaron a más de veinte mil prisioneros en Buchenwald.
De todo lo ocurrido en estos campos de concentración se tomó evidencia video- y fotográfica, capturando las condiciones en que se encontraban las personas que sobrevivieron años de maltrato, denigración y, sobre todo, de trabajo forzado; igualmente encontraron muchos cuerpos de personas ya fallecidas y varios casos ya en descomposición. Bien dijo la fotógrafa argentina Adriana Groisman, «si uno quiere que la guerra pare o que no se haga en primer lugar, la audiencia tiene que tener conciencia de que la guerra no es algo lindo, y que en la guerra la gente sufre y se comenten atrocidades… Lo intolerable hay que mirarlo a los ojos y mostrarlo”.
Por otro lado, pasa que las mejores fotos pueden ser el resultado de una espera paciente, como si el mismo fotógrafo fuese un “francotirador” buscando la foto perfecta; pero también pueden ser producto de la espontaneidad, por lo mismo de que muchas situaciones repentinas obligan al fotógrafo a actuar por instinto.
El ser fotógrafo se torna en un oficio muy difícil y más si te toca vivir este tipo de situaciones, ya que presencias en carne propia lo que está sucediendo y muchas veces no tienes control de la situación; desafortunadamente no hay un manual o una guía que te diga qué hacer. A veces sólo estás ahí para cumplir tu trabajo, pero, como artistas de luz y sobre todo en esta rama tan difícil que es el fotoperiodismo, la misión termina cuando tú muestras al mundo lo que viste y lo que vivieron muchas personas, esperando que la imagen tomada pueda producir un cambio, revelar una verdad incómoda que dé vuelta al tablero de la historia.