Turning Red
Por Jesús Cárdenas:
¿Cómo describir la nueva película de Pixar en una sola frase? Lady Bird en coca y LSD y, en medio de todo el viaje, le metes un anime de Trigger.
En caso de que no hayas visto Lady bird, o un anime del estudio Trigger, y mucho menos le hagas a las drogas, deja te explico de lo que hablo.
Contexto primero: yo no fui fan de Luca, y a Soul tardé en agarrarle la onda, así que desde Onward mis expectativas de una película de Pixar eran bajas. Además, el viernes pasado se estrenó Turning Red, y sólo puedo decir que me encantó. La animación, la historia y hasta los personajes son magníficos.
Comencemos a desmarañar esta cosa. La animación: El estudio se nota que ha buscado tener una identidad propia, pues hasta Onward habían usado un diseño de personajes muy parecido al de Disney Animation. Estos nuevos modelos le permiten jugar con las expresiones, los efectos visuales y hasta con las estructuras que rodean a los personajes de cada película. Por ejemplo, en Soul teníamos un entorno realista, las texturas tenían peso y el render era de otro nivel; en Luca, un estilo más caricaturesco que se sentía por momentos como un fondo hecho con acuarela; pero aquí… se siente un estilo pegado a Doraemon y esos animes ochenteros para niños, con colores muy vivos y brillantes que hacen relucir más a los personajes principales. Un detalle que me pareció muy interesante y que últimamente se ha visto mucho en Love, Death and Robots, Spiderman: Into the Spider-Verse y Arcane, son esos efectos 2D sobre animación 3D que la hacen sentir más viva y dinámica. De lo demás no se puede hablar mucho, es Pixar siendo Pixar, calidad pura.
La historia: Para hablar de la historia tenemos que visitar el trabajo anterior de la directora, Bao, cortometraje de Pixar ganador del Oscar, pero no te lo voy a contar, tómate el tiempo de verlo antes de seguir leyendo, por favor.
Ahora sí, la historia y mensaje de Turning Red es casi la misma, conserva ese elemento de los padres y los hijos cuando empiezan a crecer, se vuelven adolescentes y son pequeñas bolas de hormonas actuando sin sentido por ahí. Pero la película, a diferencia del corto, ahonda más en el motivo de ser cada uno de los integrantes de la familia, y por muy estúpido que sea el conflicto principal es algo que se siente palpable para adultos y un niño de 12, 13 años. Es más, te sientes nervioso de si la protagonista va a lograr su objetivo o no, por muy tonto que como adulto te parezca. Otro acierto a mi parecer es que la historia se sitúe en 2002, permite a la audiencia adulta —en especial a quienes nacimos entre 1990 y 2005— reflejar ciertos patrones, a los que nacieron un poco antes, entender las referencias, pero, aún mejor, la película depende de ello, por lo tanto un niño que vaya a ver esta película no se va a sentir fuera del contexto.
La película está llena de detalles, desde el comportamiento de los pandas rojos hasta la representación del arte sobre papiro de China, pero lo que más me impresionó fue la mención directa a drogas y las formas particulares de llamarle a menstruación de una madre asustada, al menos en su idioma original, cosa que si mi memoria no me falla no se había visto en ninguna película de Pixar, ni siquiera en Inside Out.
Y los personajes: ¡Dios! La niña es adorable, hasta quiero una hermanita así, y sus amigas me hacen querer volver a 6° de primaria, pero la mama y la abuela… No es necesario ser muy observador ni muy listo para saber lo que pasó entre ellas.
Sólo en la escena donde presentan a la abuela sabes lo que pasó y entiendes porque los personajes son como son.
No es la película de Pixar, ese lugar siempre lo va a tener Ratatouille, pero es un imperdible del estudio. No creo que te haga llorar, pero un buen momento y una montaña rusa de emociones sí es. Además, tiene un panda rojo de 50 metros. ¿Qué más quieres? Si no tienes Disney plus me da igual, corre a verla a Cuevana. Vale cada maldito segundo.