Ralph el demoledor y la lógica del conformismo laboral
Por Héctor Fabián García:
Hace tiempo que no juego videojuegos, por esta razón no me considero un gamer empedernido; sin embargo, siempre fui fanático (aún lo sigo siendo) de los arcade games, sobre todo los de peleas estilo Marvel vs Capcom, Soulcalibur, Dead or Alive o Smash Bros, eso sin mencionar que los del género survival horror son mis favoritos, como Resident Evil, Silent Hill o Fatal Frame, aunque soy más de la generación de Super Mario Bros, Zelda y Castlevania. Hace poco vi el filme de Ralph, el demoledor el cual es una película que todo buen gamer debería ver.
En dicha película, se nos habla de ciertos glitches (errores de programación) que en los juegos de los noventa era muy común ver y que en ocasiones suelen ser divertidos, en otras no tanto. En este caso una de las protagonistas, Vanellope, nos muestra que todo juego tiene misiones ocultas y pasadizos secretos, algo que en cierta medida a todo buen gamer le llega a producir emoción, precisamente porque rompe con la linealidad que manejan este tipo de videojuegos. Vanellope es un personaje interesante porque es considerada una falla dentro del videojuego de Sugar Rush; sin embargo, conforme avanza la historia nos damos cuenta de que más que una falla Vanellope es realmente el personaje principal dentro de Sugar Rush, la cual ha sido poco a poco borrada de dicho videojuego.
Por otro lado, el único inconveniente que veo en la película es el mensaje político-social de un orden social que ya está establecido y que debe ser respetado. Ralph no puede aspirar a ser otro; el demoledor de edificios puede mejorar algunos aspectos de su vida (como se nos muestra al final de la película), pero jamás debe aspirar a ser el constructor y tampoco ganar reconocimiento dentro del juego, su labor es demoler edificios (o sea ser un asalariado), mientras que Felix es el constructor (el arquitecto). Felix es el buen jefe que busca ayudar al impulsivo (bárbaro) Ralph que no es consciente del daño que está realizando a los demás (a la sociedad) con su acto de rebeldía.
Al final, Ralph enseña que hay que ver el «lado bueno» de tu posición social o laboral. Pues cuando ves a lo lejos es cuando puedes mirar por qué vale la pena seguir siendo el demoledor (el obrero asalariado). El trasfondo del filme es una clara muestra de la dialéctica del amo y del esclavo.