Westwood: Rabia, ropa y underground.
Por Andrea Caballero:
Hay ídolos frágiles y plásticos como una Barbie de feria, que brillan a primera vista y conforme te acercas pierden la forma, se derriten como la cera y al final encuentran su lugar en la nada donde siempre han de estar. Por otro lado tenemos joyas luminosas, duras, ásperas, brutales y sin querer encantadoras; una de ellas es una mujer de fuego, punk y visión, la diseñadora británica Viviene Westwood.
Pudo vivir la vida más común de todas, correspondiente a cualquier persona nacida en Londres en 1941, pero ella eligió el diseño, el activismo, la creación y la actitud. A inicios de los 70 abrió su primera tienda, y no se trató de un simple establecimiento, sino del útero que gestó la revolución underground que la llevaría a erigirse como mujer poderosa y al mismo tiempo a cruzar caminos con bandas como los Sex Pistols y toda la comunidad que se identificaba con el espíritu correspondiente.
Lo contestatario y lo antisistema no ha sido una fase, sino su constante y base, yendo contracorriente aun cuando su camino se ha forjado dentro de la moda, que bien es considerado por muchos como frivolo y vacio, pero Westwood ha sabido gritar y defenderse a través del tartán, la bandera de su patria, modelos fuera de la norma, haute couture y más.
A través de sus pasarelas ella nos seduce con diseños sensuales, descarados y únicos que nos dan una bofetada, haciéndonos saber que ser sustentable es la rebeldía de hoy, que el fracking (perforación hidráulica del suelo para la extracción de combustibles fósiles) nos está devorando y que las pinturas renacentistas, la corona de la reina y los vestidos que parecen nubes son para la persona que decida usarlos y no sólo para las top models y socialites.
Y es que su inspiración son los piratas, las tribus urbanas, los corsés, las brujas y toda aquella entidad que no se conforme. Aun con lo anterior ella y su cabello de fuego han penetrado en cada rincón siendo uno de sus diseños el vestido de novia de Carrie Bradshaw en la primera parte de Sex And The City.
Esta diosa octogenaria ha reivindicado la rebeldía, fue la chispa elemental para que la escena underground londinense explotara y se expandiera a nivel mundial; alimentó el espíritu y la estética que ha sobrevivido por décadas, mutando las veces que sean necesarias, ingresando a terrenos que otros considerarían prohibidos y usando todas y cada una de sus neuronas para que su corazón de bandera británica, tartán y causa social sea escuchado en las calles, los aparadores y los desfiles de alta costura. Larga vida a esta reina roja.