Un gigante enterrado que nos hace humanos.
Por Oliver Miranda:
La Tierra Media es uno de los géneros más aclamados y populares de la literatura universal. Su influencia es tal que nos llega hasta la era audiovisual en producciones de presupuesto multimillonario como es el caso de House of the Dragon y The Rings of Power.
Escritores han basado su producción completa en el género y se han convertido en íconos, como J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis. El atractivo, más allá del mundo fantástico en donde distintas especies conviven ya sea en paz o en conflicto, es el resquicio de lo humano que está presente, y es precisamente lo que nos ofrece El gigante enterrado (The Buried Giant), escrito por el británico Kazuo Ishiguro: en su obra nos transporta a una tierra media en donde Merlín y Arturo quedan como recuerdos flotantes.
La historia nos lleva al viaje de Axl y Beatrice, una pareja de ancianos que emprenden un viaje para reencontrarse con su hijo, desde su tierra en donde una neblina ha ocultado sus recuerdos y les queda el conocimiento de que se tienen el uno al otro y deben buscar a su hijo en una aldea cercana (¿o no?).
El trayecto de nuestros protagonistas nos lleva a conocer personajes de lo más peculiares, desde un viejo caballero que sirvió al rey Arturo, hasta una corte de monjes que esconden un peculiar secreto. Axl y Beatrice, en su conmovedora travesía en la que los recuerdos se nublan por esa neblina y los pocos que quedan fungen como faro de su propia existencia, nos recuerdan los puntos medulares sobre la compasión, el cariño y el amor que nos hacen seres humanos.
El recorrido que Ishiguro realiza en su obra (nuevamente sin temor alguno a explorar entre géneros) nos recuerda la parte atractiva de estas historias, donde entre lo más fantástico, entre las criaturas místicas y las enfermedades irreales, entre lo más extraordinario, lo más extraordinario sigue siendo cómo el sentimiento humano va más allá de todo.