Arístides Ortiz, Torrente: Los tres episodios de Torrente.
Por Alejandro Martín del Campo Glez.
Arístides Ortiz nos ha dejado ver diferentes facetas de su pensamiento a través de sus pinturas, creando micromundos que son acompañados de minuciosos relatos pictóricos que emanan directamente de la cosmovisión del autor. Arístides no se ubica en la creatividad ordinaria de la tendencia, al contrario, él pertenece a aquellos escasos creativos que ofrecen experiencias sensacionales lienzo tras lienzo, obra tras obra, colección por colección, completamente diferentes entre sí, todas experimentales, propositivas, geniales y originales, todo esto un reflejo directo de la mente-personalidad de Ortiz.
Obras como la cinemática postapocalíptica de Oglogo: El último hombre, la exquisita-meloláctea Miel y Leche hay debajo de tu Lengua o las enigmáticas e intensas Tumbas de Agua, han dejado otear la manifestación creativa de su progenitor. En esta ocasión, Arístides Ortiz nos refresca con la postrera, relente, enérgica y atrevida colección de Torrente, un proyecto en el cual el autor vuelve renovado, lozano y vital.
El proyecto maneja un ritmo consistente porque está presentada en tres peculiares episodios los cuales nos narran pictóricamente los periodos en los cuales la obra fue desarrollada, además nos muestran la fuerza por la cual el Torrente es otra obra muy especial de Arístides, donde asimismo integra experimentación a la armonía, a la armonía mucho color y al color le da movimiento. Esto nos da como resultado una obra experimental en su desarrollo, divertida por la actividad al plasmarla, pero a la vez seria ante la puntualidad de sus actos.
El terceto de episodios en los cuales fue concebida son 1. Hay una puerta de piedra y provoca que los muros se agrieten, 2. Días de gracia y 3. El invierno es desierto, que sumando la totalidad de las obras nos dan un total de 23 extravagantes piezas bajo el influjo abstracto postmoderno que Arístides maneja con maestría y autonomía.
Hay una puerta de piedra y provoca que los muros se agrieten
El Torrente tiene una fuerza estrambótica sin igual al que no hay poder alguno que lo pare, detenga o contenga. Su fuerza es de tal magnitud que la única puerta de piedra fuerte que puede abrir este torrencial queda intacta, pero provoca que los muros se agrieten y rompan para que el Torrente se salga de control y así esparcirse a grandes cantidades sin discriminación alguna provocando un caos creativo para el cual no hay vuelta atrás.
Esto es una alegoría en la que el progenitor plasma en la obra el pensamiento de que hay momentos en los que el brío creativo no puede esperar ni retroceder, es algo que tiene que suceder en un tiempo causal a las circunstancias que el tiempo presenta en un contexto de una era única. La puerta de piedra es una representación del autor, siempre firme ante la decisión de cada creación, pero que jamás podrá contener la inmensa creatividad de Ortiz. Está plasmada sobre nueve lienzos que resaltan a la vista por su gran tamaño a diferencia de las siguientes.
Días de gracia
Después de que el desbordante Torrente se sale de control e impregna todo lo que toca a su paso con su total inventiva, el autor se ve inquieto, impiedoso, sin reposo ante el inminente tiempo para acabar lo que inicia. Los Días de gracia vuelven a narrar-puntualizar que el tiempo sigue su curso, que no se detiene, que para el creador es un a priori por seguir hasta el final con su prometida entrega de un proyecto que llega a su consumación y que cuando estos Días de gracia finalicen marcará una nueva etapa para evolucionar. Esto está plasmado en los cuatro cuadros medianos en comparación a los demás.
El invierno es desierto
El último episodio de la microsaga de Torrente nos describe el periodo en el cual todo transcurrió, el inhóspito escenario en donde el torrencial desbordo e hizo de las suyas, un clima con rayos solares casi nulos, de días fríos y cortos, de noches largas y húmedas, no hay nada alrededor, todo parece estar inmóvil, días que van, días que vienen, todo callado, gris, con árboles secos y sin follaje, el lento deshielo matutino en balance con la congelación de la noche, pero todo con el color del Torrente. Este episodio es el durante y el después de la obra, representa la parte más íntima del autor, donde se conecta con el mismo, en paz, tranquilidad aunada a la armonía para sacar provecho a esta estación del año que lo enlaza e inspira para poder explotar y realizar dicha obra. Esto está plasmado en los nueve cuadros más pequeños a diferencia de los anteriores.
Torrente en tres episodios
La asombrosa obra pictórica se describe por sí sola, así como se mezcla junto con su belleza que va por medio de colores como el pistache, azul, rosa, amarillo y rojo, sólo por resaltar los predominantes, en tonalidades diferentes, algunos más saturados, otros menos, a veces opacos y otras neón. Los pistaches sirven para hacer una conexión especial como si se tratara de una restructuración intima del espacio natural del autor, mientras que los amarillos resaltan la sensación de audacia, alegría, diversión junto con la creatividad al cristalizar el proyecto; además de que el azul entra con energía, con atracción y confianza, como una especie de exteriorización de las virtudes del ser de Ortiz, mientras que el color rojo denota la pasión, el júbilo equivalente al dinamismo con la cual fue hecha, y también sirve para dar equilibrio al proyecto general. Al utilizarlos en opacidad y neones, hacen que cada cuadro adquiera vida al igual que personalidad propia, haciendo una obra única en cada cuadro dentro del extenso catálogo de Arístides.
La obra fue realizada en el invierno del 2022 para su entrega en el primavera del 2023. En conjunto describen la libertad, el tiempo, el coincidir para crear, todo en un periodo bajo un contexto en un mismo universo. Torrente da una clara revisión de que el resultado de un proyecto puede ser divertido, excéntrico, armonioso, que es análogamente puntual, es la clara muestra de un artista que siempre está buscando novedad de la misma manera que exteriorizar sus quimeras, alegorías, su peculiar cosmovisión de ver las cosas ante un mundo que gira, que no se detiene, que por lo mismo la creatividad y la libertad son decisiones que sólo se viven en el hoy con el ahora, es una digresión coyuntural entre una visión múltiple no fracturada del tiempo en el espacio así es Torrente, la postrera colección de Arístides Ortiz.
“La libertad no se puede dominar, sólo se vive”
Ortiz, Arístides. Año 2023.
Torrente