“Dolores Claiborne” de Stephen King
Por Mariana Cuevas:
Ficción construida por una recolección de hechos mundanos que se encarnan en los ojos del morbo, coexistiendo con el suspenso, y una acumulación de puntos argumentales a diestra y siniestra, con un toque de valentía, pesadillas y miseria traspasando la brecha generacional. Aquí, lo grotesco se encuentra con lo malvado a partir de una serie de interminables culpas por parte de los personajes, quienes convierten el contexto y las circunstancias en un infierno autoimpuesto.
Nuestra protagonista es, en un principio, cualquier mujer de los años 60 con hijos no planeados y un matrimonio infeliz que trabaja arduamente para mantener lo poco que le pertenece. La principal fuente de problemas es su esposo, un señor repugnante sin moral, ni principios o decencia, que pretende beberse el mundo mientras sus hijos crecen abandonados bajo un sistema de machismo, propio de la época, un sistema que Dolores llegó a romper…
El trabajo que mantuvo a su familia consistía en ser ama de llaves de la importante y millonaria señora Vera Donovan, la primera mujer que demuestra lo que en este libro llaman “ser cabrona” y, como una reconoce a otra, esta se vuelve la perfecta consejera que más tarde emigraría a su conciencia.
Se puede decir que el amor de una madre va más allá de las consecuencias y en esta historia eso no es la excepción. La pérdida de la inocencia enfatiza el momento en el que un niño, por fin, entiende lo que dicha frase significa, pues comprende que las cosas nunca vuelven a ser las mismas, por más mentiras “blancas” que la madre le ofrezca como tregua.
La muerte se maneja de forma curiosa en esta historia, pues se establece como algo que llega cuando se le pide o se le requiere. El contexto justifica muchas de las acciones que los personajes se ven obligados a tomar, siendo el alcohol un recurso barato, pero efectivo como aliado para tranquilizar las molestias y evitar especificaciones.
Al final, Dolores intenta salvar esa parte de sí misma con Vera, siendo esta la persona más allegada de la señora. Con el paso de los años eran incluso lo que podría considerarse compañeras a pesar de encontrarse siempre en una continua competencia, pues su relación siempre fue sincera y sabían a lo qué se atenían con la otra; se abrazaba a si misma en ella.
Me parece una novela infravalorada si se toma en consideración lo conocidas que son otras creaciones de Stephen King, el autor. También cabe mencionar que, a pesar de que se menciona que los finales no son su fuerte, en este caso, funciona de maravilla por el simple hecho de contar con la misma cantidad de peripecias en las últimas páginas que durante todo el monólogo de la protagonista.
Dolores Claiborne es un relato de suspenso con detalles que nos mantienen a flor de piel, un monstruo que alimenta con detalles la curiosidad y aviva una empatía casi instantánea, una narración que dura toda una vida, pero empieza con lo más importante: la aceptación de un crimen que la acompañaba cada noche. Es una forma de martirio que recorría cada nervio de su cuerpo para terminar en sus labios como un sollozo y, en sus ojos, como un par de lágrimas que se unen con el sudor frío de la sien, atravesando el alma y respirando la seguridad de, aun así, haber hecho lo correcto.