AL RITMO DE LA IMAGEN DE MICHAEL KENNA

Por Leto Gómez.

En el vasto universo de la fotografía contemporánea existe un gran artista que pinta con luz y resuena con una calma y serenidad que trasciende el simple acto de capturar una imagen. Este artista es Michael Kenna, un fotógrafo que ha ganado reconocimiento mundial por su habilidad para transformar paisajes ordinarios en escenas de belleza y misterio.

Nacido en Inglaterra en 1953, Kenna desarrolló su pasión por la fotografía desde una temprana edad. A lo largo de su carrera ha viajado extensamente por todo el mundo, buscando capturar la esencia de la naturaleza y la arquitectura en su forma más pura. Su enfoque distintivo se caracteriza por una estética minimalista y una atención meticulosa a la luz y la composición; cabe destacar que su dominio de escala de grises y su técnica de baja obturación se encuentra presente en gran parte de su obra, el cual crea un efecto sedoso y en movimiento; transmite una sensación de atemporalidad, no sólo eso, Kenna siempre ha demostrado en su obra cómo observa el día y la noche, esperando y meditando silenciosamente y a través de su cámara crea esas largas exposiciones, siendo el sello de su increíble trabajo.

Cabe mencionar que este fotógrafo es versátil, ya que no sólo crea esa sensación de movimiento, sino que parte de su obra destaca en congelar la imagen, transportándonos de una forma visual a la fidelidad de su entorno, deteniendo el tiempo y espacio, y a través de esta elección estilística logra eliminar distracciones visuales y centrar la atención del espectador en los elementos fundamentales que nos brinda tanto la naturaleza como los espacios urbanos. Sus fotografías también son visualmente impactantes, cautivando la suave luz del amanecer sobre un paisaje nevado o la interacción de la luz artificial con la arquitectura, lo cual transmite una sensación de tranquilidad y quietud que invita a la contemplación y a adentrarse en la misma fotografía.

Uno de los temas recurrentes en el trabajo de Kenna es la exploración de la relación entre el ser humano y la naturaleza. A menudo sus fotografías presentan paisajes desolados o arquitectura abandonada, sugiriendo la huella silenciosa que dejamos en el mundo que nos rodea. A pesar de esta presencia humana implícita, sus imágenes están desprovistas de las mismas, lo que permite que la naturaleza se convierta en la protagonista indiscutible de la escena. Su exploración sobre la arquitectura, jardines japoneses y elementos naturales como el agua y el hielo nos transmite un enfoque delicado y contemplativo revelando una profunda conexión y cierto ritmo con espacios que parece de otro planeta.

En un mundo cada vez más agitado y abrumado por una sobrecarga de estímulos visuales, las fotografías de Michael Kenna ofrecen un santuario de serenidad y reflexión. Mediante su enfoque minimalista y su maestría técnica, nos insta a pausar y contemplar la belleza fugaz que nos rodea. En última instancia, su trabajo nos evoca la relevancia de la atención plena y la conexión con la naturaleza en un entorno que a menudo parece estar en perpetuo movimiento. Michael trasciende la mera fotografía, se erige como un poeta visual cuyas imágenes nos incitan a adentrarnos en la profundidad y la quietud del mundo en el que vivimos. A través de su lente, descubrimos una belleza que suele pasar desapercibida en la cotidianidad, y así nos recuerda la importancia de detenernos y apreciar lo que nos rodea.

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Leto Gómez

Transmito conocimiento de como los grandes fotógrafos y corrientes percibían el mundo, a través de una imagen pintada con luz.

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