ALFILERES E INFANCIA: TÍMIDA APROXIMACIÓN AL MUNDO DEL DIBUJO Y LA LÍRICA DE TIM BURTON EN LA MELANCÓLICA MUERTE DE CHICO OSTRA.
Por Ángel Zerón:
Para D., mi monstruo lovecraftiano predilecto
“La infancia es el espejo en el cual nos seguiremos reflejando”.
Francisco Tario, Obras completas I.
TIM BURTON, EL ACLAMADO OUTSIDER
Quien no sepa quién es este estrambótico y lúgubre artista, francamente vive debajo de una lápida. El mal chiste se cuenta por sí solo, ya que Burton es uno de los cineastas y productores más prolíficos de las últimas décadas que no necesita presentación alguna, pues su “pintoresca” obra habla burlonamente por sí misma. ¿Quién no creció y se conmovió con Edward Scissorhands (1990) o The Nightmare Before Christmas (1995) cuando eran transmitidas por canal 5 en fiestas decembrinas? Puedo apostar que al menos más de uno hizo llorar al niño Dios por el simple hecho de sentarse y comer palomitas frente al televisor para disfrutar de estos grandiosos largometrajes que despiertan aún en el espectador de antaño una gélida nostalgia como un barco fantasma provisto de luces navideñas que emerge desde las profundidades del mar.
Tim Burton inicio su carrera como animador de The Fox and the Hound (1981)en Disney después de graduarse de la California institute of art (CalArts) allá por los años 70, pero cómo era de esperar, las discrepancias artísticas eran inminentes. La excentricidad de su estilo creativo no encajaba con los cánones prescritos por la industria y esto no es de extrañar ya que anteriormente, como bien se sabe, muchas de las producciones de esta gran compañía de entretenimiento (y que actualmente no le falta mucho para regir un nuevo orden mundial) están basadas en su mayoría en los cuentos de los hermanos Grimm, los cuales sufrieron diversas “modificaciones” (o mutilaciones para ser más precisos) debido a las heterodoxas moralejas “inadecuadas” para la sensibilidad de una audiencia infantil.
Respecto a todo esto Burton Menciona:
“La Disney y yo formábamos mala combinación. Durante un año estuve más deprimido que en toda mi vida. Me torturaron al darme todas las escenas dulces del zorro; yo no sabía dibujar aquellos encantadores zorritos de Disney. Lo raro de la Disney es que quieren que seas un artista, pero al mismo tiempo quieren que seas un obrero de fábrica, un zombie sin personalidad”.[1]
A pesar de todas las limitaciones y frustraciones, en 1982 por fin Disney da luz verde a nuestro lunático preferido para dirigir su primer cortometraje de apenas 6 minutos de duración titulado Vincent, donde la soledad, la marginación y la ensoñación de sus personajes serían el signo distintivo de toda su producción artística. Esta pequeña joya bastó para reflejar todo el potencial del joven director a través de un desarrollo narrativo-audiovisual inconfundible junto con una meticulosidad artesanal que demuestra que se necesita mucha dedicación y cariño para crear a los más tiernos adefesios.
Como dato curioso: Vincent Price presto su voz para narrar el corto.
PERO NO TODO ES STOP-MOTION Y EXITOS TAQUILLEROS
Hablando de tiernos adefesios, tenemos que recordar que Tim Burton antes que cineasta es un dibujante soñador, un ilustrador que intuitivamente sabe plasmar la sensación de la otredad y darle una forma, un mundo, un hogar (a menudo en formato de storyboards). Los trazos son el eje prototípico, la fuente de todas sus ideas capaces de cobrar vida y contar una historia apenas sean esbozadas. Así lo demuestra su modesta obra impresa de poco más de cien páginas titulada The Melancholy Death of Oyster Boy & Other Stories (1997) que constituye una serie de 23 poemas ilustrados con toda la esencia de su obra cinematográfica, donde el verso a modo de canción infantil contrasta con un humor negro todos los infortunios de la inocencia encarnados en cada uno de sus trágicos protagonistas, como The Pin Cushion Queen, The Boy with Nails in His Eyes o Stick Boy and Match Girl in Love.
Son infancias aterradoras, absurdas, pero curiosamente adorables al punto de conmovernos y sentir algo de piedad, pero no por ellos, sino por nosotros mismos al reflejarnos en el momento de contemplarlos una vez leído el texto. Algo de estos tiernos esperpentos está dentro de nosotros que pide a gritos nuestra atención para comprendernos, una suerte de madurar hacia la infancia si me es lícita la apropiación del título antológico de Bruno Schulz.
Como se logra apreciar en los anteriores fragmentos de esta obra, podemos percatarnos del arte de Burton, en cuanto a su faceta de dibujante y escritor, es tan complementario en la simbiosis que, a pesar de la sencillez de sus trazos, constituye una base en el ejercicio simbólico de los personajes que desarrolla en sólo unas cuantas cuartillas, recordándonos muchas veces los infiernos imposibles llenos de paradojas crueles en los cuentos/parábolas de Franz Kafka. (Sí, lo sé. Siempre Kafka, el ineludible de las letras).
Cabe mencionar que existe una serie de cortos animados titulada The World of Stanboy, donde aparecen diversos personajes de esta obra; sencillamente imperdible.
EN LA GENIALIDAD DE UN CORPUS ARTISTICO SIEMPRE HAY UN PRECEDENTE
Desde su infancia, Tim Burton siempre tuvo predilección por el horror y la Weird Fiction, por ello no es de extrañar que entre sus mayores influencias se encuentren Edgar Allan Poe, Béla Lugosi o el ya previamente mencionado Vincent Price. Su obra, como él mismo menciona, es un tributo a estos “oscuros maestros” y tanto es el amor que les tiene que sus filmes están repletos de referencias fácilmente reconocibles.
No obstante, sin duda alguna Burton es deudor principalmente del arte de Edward Gorey, escritor e ilustrador estadounidense famoso por la excentricidad tanto de su obra como de su vida, y aunque eso ya será material para otro artículo (quizá), cabe recalcar que una de sus obras titulada The Gashlycrumb Tinies: or After the Outing (1963), traducida al español como Los pequeños macabros perteneciente al tríptico de la Fábrica de Vinagre, guarda tremenda similitud (Ojo, no hago ninguna insinuación de plagio) con la obra que atañe a este artículo, pues, a manera de coplas “didácticas” que riman, Gorey expone de la manera más cruda, visceral y lacónica la muerte de 26 niños en un muestrario alfabético. El lector tiene ya de dónde escoger.
CONCLUSIÓN BEFORE CHRISTMAS
La obra de Tim Burton siempre se remite a la tortura de la infancia como forma de denuncia de la estigmatización perpetrada por el mundo adulto, pero sobre todo por la intransigencia familiar que aísla o censura todo aquello que amenaza con transgredir los convencionalismos sociales atreves de su núcleo, desembocando siempre en la incomprensión, la intolerancia y la marginación de todo aquello considerado anómalo.
La niñez pisoteada siempre será el personaje principal de Burton que recurre a la imaginación para refugiarse de todo sentimiento de orfandad poblado de seres fantásticos y tenebrosos transpolarizados de una realidad disfuncional. Ahí está el mérito que tiene The Melancholy Death of Oyster Boy & Other Stories, pues al leerlo es inevitable reconocerse en alguno de sus peculiares personajes que despiertan a nuestros demonios infantiles para darnos cuenta de nuestro fracaso como adultos, pero con la oportunidad de reconciliarnos con ellos.
FUENTES REFERENCIALES
BURTON, Tim. the melancholy death of oyster boy & other stories. 1997. Los Angeles, California; Rob Weisbach Books.
SALISBURY, Mark. Burton Por Burton. 2000 trad. Elena Arguedas González. Buenos Aires, Argentina; el cuenco de plata.
https://www.fotogramas.es/noticias-cine/a22822017/origenes-tim-burton/
[1] SALISBURY, Mark. Tim Burton por Tim Burton. Pág. 78