BELLA Y BESTIAL: RESEÑA SALVAJE DE LA CÁMARA SANGRIENTA DE ANGELA CARTER
Por Ángel Zerón:
“Greeting the monster in our Easter dresses/ Father says bow your head like the good book says/ Well I think the good book is missing some pages”.
Tori Amos, Icicle
WHAT’S UPON A TIME…
Angela Olive Carter (1940-1992) fue una periodista británica y a su vez la Hécate de las letras inglesas. Su obra literaria está fuertemente influenciada por la tradición oral de los cuentos anglosajones, el misticismo del folclore europeo y la novela cortesana perteneciente al Siglo de Oro español obviando también a los clásicos infantiles franceses “a la Perrault”. Ahora bien, ¿qué pasa si todas estas referencias, mitos y arquetipos de la literatura son sometidos a las operaciones quirúrgicas del Divino Marqués de Sade, al análisis terrible bajo el “sol negro” de Georges Bataille, y, para los toques finales, suturas elegantes como las de un corsé victoriano hechas por la propia mano de Carter? El resultado final es una deliciosa adaptación “moderna” con un enfoque desacralizador del canónico Conte de fées, (Fairy tales o cuentos de hadas) término, por cierto, acuñado en el siglo XVII por Madame d’Aulnoy, autora de la conocidísima historia de La bella y la bestia.
La cámara sangrienta (The Bloody Chamber ,1979) es la obra más emblemática de Angela Carter, o la que, en cierto modo, subraya de manera profusa la necesidad de una reconsideración de los valores en cuanto al papel que socialmente desempeña la mujer como “el segundo sexo”, la estigmatización de su propia condición y el tabú que representa la plenitud del goce sexual. Los cuentos que conforman este libro son un viaje al país gótico de las maravillas donde el lector se encontrará con muchos homenajes, “parodias” y variaciones retorcidas de obras clásicas como Caperucita roja (Le Petit Chaperon rouge o Rotkäppchen), El gato con botas (Le Maître Chat ou le Chat botté), La bella y la bestia (La Belle et la Bête) o Barba azul (La Barbe bleue) con una generosa dosis de sensualidad mezclada con crueldad hasta el colmo de la licantropía amatoria, pues “la voluptuosidad única y suprema del amor está en la certeza de hacer mal».[1]
En 2014 por cuenta de la editorial Sexto Piso se publicó una espléndida edición de La cámara sangrienta (reeditada en 2017 en formato rustico) con la loable traducción llevada a cabo por Jesús Gómez Gutiérrez, quien conserva la esencia exquisita que tanto caracteriza a la prosa de Carter, contando además con las ilustraciones de Alejandra Acosta haciendo de este libro una experiencia narrativa y visual lúbricamente fascinante, toda una Delicatessen.
UN LIBRO JAMÁS SE JUZGA POR SU PORTADA (¿O SÍ?)
Como anécdota personal he de confesar que el gratificante descubrimiento de la obra en cuestión fue un tanto pueril, pero enteramente justificable: me dejé seducir por la portada del libro.
Fue amor a primera vista en la mesita de novedades. Toda esa “naturaleza sensible dominada por la fuerza de expansión; fecundidad, caos, multiplicidad del instinto (…) explosión de vitalidad constitutiva del placer” [2] sintetizada en la imagen de la portada fue más que suficiente para caer irremediablemente en ese sortilegio botánico como una mosca en las fauces de una planta carnívora.
LE ROUGE (A MANERA DE CONCLUSIÓN)
Las ilustraciones de Alejandra Acosta evocan perfectamente toda esa carga erótica siempre latente donde la figura de la mujer adquiere una actitud subversiva ante el dominio masculino, o, mejor dicho, reconoce que la fuerza de su femineidad es distinta a la de él, “esta fuerza de lo femenino es la seducción»[3] y el color de la seducción es el rojo que persiste en esta adaptación visual como recurso de lo instintivo, de lo primario, únicamente localizable en el cuerpo femenino, con su astro especifico: la sangre.
Cabe mencionar que este rojo menstrual (red victory lipstck) tan sugerente y escandaloso, en contraste con el chiaroscuro barroco que predomina en todas las imágenes de La cámara sangrienta, hace recordar de alguna forma los ritos sacrificiales efectuados por las civilizaciones antiguas matriarcales asociados siempre con el concepto agrario de la fertilidad. En este punto, Acosta supo plasmar toda la pureza primigenia de las protagonistas correspondientes a cada historia que terminan por reconocerse a sí mismas mediante la revelación lunar de los Misterios eleusinos. Ellas son las mujeres que corren con los lobos en donde el papel del cazador y la presa se invierten o terminan por confundirse.
RESPECTO A ALEJANDRA ACOSTA
Es una diseñadora y artista chilena que ha trabajado como directora de arte en diversas revistas y se dedica a la ilustración y a la docencia en la Universidad del Desarrollo y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su obra fue mención honorífica en el Concurso internacional del Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento en 2009 y finalista del premio internacional de Álbum Ilustrado Compostela 2012.
Ella misma menciona que su estilo gráfico se caracteriza por ser diverso y experimental. Entre sus obras como ilustradora se encuentran Aura de Carlos Fuentes (Libros del zorro rojo, 2017), Las Relaciones Peligrosas de Choderlos de Laclos (Sexto Piso, 2016) y COSMOTHEOROS de Christiaan Huygens (Jekyll and Jill, 2015).
Recomiendo ampliamente visitar su página Web para conocer más a detalle su propuesta artística:
https://www.alejandraacosta.com/
BIBLIOGRAFIA
BAUDELAIRE, Charles. Pequeños poemas en prosa/Los paraísos artificiales. 9ª Edición. 2013. Madrid, España. Ediciones Cátedra.
BAUDRILLARD,
Jean. De la seducción. 13ra Edición. 2011. Madrid, España. Cátedra
teorema.
[1] BAUDELAIRE, Charles. Diarios íntimos, Cohetes III. Pag. 63.
[2] Baudelaire, Charles. Pequeños Poemas en Prosa/ Los paraísos Artificiales. Pag. 18.
[3] Baudrillard, Jean. De la seducción. Pag. 17.