CON EL ALMA HERIDA: POESÍA Y ENFERMEDAD

Por Jessica Ebauche:

La sensación de la salud, la plenitud del medio día, mi canto al levantarme de la cama y saludar al sol.

Walt Whitman.

La enfermedad suele acompañarse de sufrimiento, especialmente porque los seres humanos nos esforzamos por intentar comprender o encontrar el origen de algún padecimiento o acontecimiento que irrumpa en la vida.

En nuestra actual normalidad por la contingencia de salud debida a la pandemia del COVID-19, los seres humanos nos encontramos pendientes de cuidar más nuestra salud física y mental, e incluso con un sentimiento de alerta o temor para no padecerlo.

En nuestro día a día vivimos situaciones y en nuestra forma de vivirlas está la clave: lo importante no es tanto la situación que vivimos, sino nuestra actitud ante ella, cómo la vivimos y cómo nos la contamos.

Estamos en una época en la que nos cuentan que la medicina parece haber controlado casi todas las enfermedades o con la creencia de que se tendrán soluciones rápidas a enfermedades que eran vistas como mortales, o nuevas, de las que no sabemos nada. Sin embargo, a pesar de los grandes adelantos de la ciencia, tendemos a tratar la enfermedad como algo externo y ajeno a nosotros, como algo que viene de fuera y nos invade, como si fuéramos una máquina que se avería y que hay que arreglar.

El concepto de enfermedad surge como un dolor, molestia o sufrimiento más o menos localizado. Todo aquello que se denomina dolencia o enfermedad es una construcción que se va armando en el curso del tiempo y dentro de una circunstancia precisa.

Hay personas que, a través del propio dolor o duelo por una enfermedad, o la de otros, convierten esa situación en objetos de construcción cultural, mismos que transmutan en poemas.

La enfermedad en sí es un territorio poético doloroso, extraño, porque en sí mismo produce una liberación al compartir de algún modo el dolor y la impotencia, siendo una fuerte inspiración, pero con caminos oscuros, en los cuales se valora tanto la salud y la idea, real o imaginaria, de recuperarla.

Quizá los médicos no sean más que sabios y la muerte —la niña
de sus ojos— un querido problema.
La ciencia lo resuelve con soluciones parciales, esto es, difiere
su nódulo insoluble sellando una pleura, para empezar.
Puede que sea yo de esos que pagan cualquier cosa por esa tramitación.
Me hundiré en el duelo de mí mismo, pero cuidando de mantener
ciertas formas como ahora en esta consulta.
«Quiero morir (de tal o cual manera)”, ese es ya un verbo descompuesto
y absurdo, y qué va, diré algo, pero razonablemente,
evidentemente fuera del lenguaje en esa
zona muda donde unos nombres que no alcanzan a ser
cuando ya uno, qué alivio, está muerto, olvidado ojalá previamente de sí mismo.

Diario de muerte, Enrique Lihn.

Por nombrar algunos, Lihn padeció cáncer pulmonar, desafortunadamente detectado demasiado tarde. En su poesía lanza críticas a la medicina y habla sobre lo terapéutico que le puede ser escribir para sobrellevar su camino a la muerte. Otra autora conocida por escribir sobre su perspectiva de un diagnóstico por Trastorno límite de la personalidad (TLP) es María Castrejón

Cansada de lo blanco, de las toallas blancas, de las cortinas blancas, de los sillones blancos, de las lámparas blancas, del pelo blanco, de los muebles blancos, de los desconchones en las paredes blancas, de las habitaciones blancas, de los locos de las pastillas blancas, de los vasos de plástico blancos, de las luces blancas, de las duchas en las que no caben los internos de media estancia con baldosas blancas; cansada del blanco.

La inutilidad de los miércoles, de María Castrejón.

Podríamos hablar sobre el papel de las emociones en las enfermedades y en su tratamiento. Las emociones se han planteado como una de las variables a tratar y controlar en la nueva concepción de salud, en la que, recordemos, ésta se contempla como un estado no sólo de bienestar físico, sino también mental y social, siendo un todo y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad.

Así, las emociones negativas (como la ansiedad, el estrés, la ira, entre otras) son factores de riesgo notorios en el desarrollo de determinadas enfermedades, existiendo variables cognitivas que tienen que ver con la forma de interpretar y afrontar las situaciones problemáticas. Además, las emociones no tienen sólo un rol de factor precipitante o causante de la enfermedad, sino que también son responsables del desarrollo, agravamiento y manejo del paciente ante ella.

Se podría decir que la salud es un proceso dinámico que se logra a través de tener una buena comunicación con nosotros mismos; por el contrario, la enfermedad es la consecuencia de haber perdido el contacto con nuestros sentimientos. De este modo, nuestros síntomas físicos corresponden a nuestros desequilibrios psíquicos y emocionales, lo cual significa que los problemas emocionales están relacionados con las sensaciones del cuerpo, obligándonos a cambiar nuestras creencias negativas para superar la situación; y es, quizá, la poesía un modo de acomodar las emociones ante las enfermedades.

No hay enfermedades, sino enfermos.

Claude Bernard.

Portada: The Scream by Edvard Munch, 1893.

Colección El grito 
Object type pintura 
Género retrato 
Fecha 1893
Técnica oil, tempera & pastel on cardboard
Dimensiones Altura: 91,0 cm; Ancho: 73,5 cm
Colección Galería Nacional de Noruega   
Ubicación actual Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño
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