El ángel exterminador: símbolo surrealista del confinamiento burgués

Por Héctor Fabián García:

La película El ángel exterminador de Luis Buñuel ha tenido cientos, si no es que miles de interpretaciones y críticas al respecto. Sin embargo, cuando se habla de este filme todas estas interpretaciones tienen algo en común y eso se debe a que esta obra es sin duda una crítica a la clase opulenta. En esta película vemos escenas que se repiten, pero que están dentro del guion, por ejemplo: una doble entrada al salón de recepción, un doble brindis y una doble despedida.

La trama se desarrolla cuando un grupo de personas pertenecientes a la clase alta son invitados a cenar a la mansión de los Nóbile, después de haber presenciado una ópera. Mientras tanto, tanto los sirvientes como los cocineros de repente sienten un fuerte impulso y deseo de abandonar la mansión marchándose del lugar sin la autorización de sus patrones. De esta manera da inicio la diferencia entre clases sociales, por un lado, vemos a los criados que poco a poco huyen de manera discreta de la percepción de sus patrones y, por otro lado, vemos a los invitados de la clase alta ingresar eufóricamente a la mansión en espera de un gran banquete. os empleados simbolizan de cierta manera a la clase proletaria que busca escapar desesperadamente de la explotación que ejerce sobre ellos la clase opulenta para atender y satisfacer sus placeres.

Durante la cena un empleado que está por serviles un guiso maltes tropieza esparciendo toda la comida por el piso, al unísono escuchamos y vemos las carcajadas de los comensales ante la caída de aquel hombre, sólo uno de los invitados afirma con seriedad: “A mí no me ha hecho ninguna gracia”. Mientras tanto los demás sonríen asumiendo que la caída del empleado es parte del espectáculo de bienvenida. De manera inmediata, la anfitriona de la casa se levanta y se dirige al cuarto de servicio donde vemos a un oso pequeño y a tres corderos debajo de la mesa, estos animales no parecen tener un papel fundamental dentro de la trama, pero sí un simbolismo dentro de ella. Todo hasta el momento es simbólico, es más, por momentos parece que el director hace gestos oníricos, pero lo que se revela de manera discreta son guiños políticos que critican a una clase privilegiada.

Al terminar la cena, una de las invitadas que lleva por seudónimo “La Valkiria” arroja una piedra por la ventana, pese a que los invitados escuchan el ruido ninguno se inquieta, por el contrario, siguen su festejo como si nada hubiese pasado, este acto puede interpretarse como el encubrimiento de la violencia interna que las mujeres “refinadas” viven día a día ante la indiferencia de los demás. Lo apabullante viene después de que ha terminado el festejo de su tertulia, pues al parecer nadie quiere retirarse de aquel cuarto en el que se encuentran congregados. De repente, de manera un tanto incoherente los invitados empiezan a recostarse en el piso y en los muebles de la habitación en la que se encuentran. La única explicación lógica, si es que la hay, es lo que simbólicamente representa esta escena, o sea, la clase burguesa suele tolerarse durante un pequeño tiempo determinado, pues tarde o temprano estas personas no tardarán en repudiarse mutuamente por sus hábitos y costumbres que cada uno posee.

La escena más interesante es cuando el único empleado que se encuentra disponible dentro de la residencia decide llevarles el desayuno a la habitación a los ahí congregados. Cuando intenta regresar a la cocina, no logra hacerlo; en ese momento dos de los invitados se dan cuenta de que no pueden salir de la habitación por una razón incomprensible y totalmente desconocida. Lo que simbólicamente está representado aquí es el desplazamiento corporal e ideológico del empleado que ha logrado ingresar inconscientemente en la cofradía de esa clase social opresora.

De esta manera van pasando los días, no hay alimento ni bebida, los anfitriones y algunos invitados enferman, uno fallece, mientras dos de ellos se suicidan, la basura se acumula y duermen donde pueden. En ese estado crítico el desgarramiento de las “buenas costumbres” desaparece, la cordialidad se convierte en repudio junto con la cordura y la racionalidad, el misticismo hace acto de presencia, el hombre civilizado se vuelve un ser salvajemente despreciable, la mansión que antes era un ostentoso espacio lleno de lujos, se han convertido en una pequeña jaula llena de prejuicios e intolerancia que ha sido corroída poco a poco por la desesperación de los que se encuentran dentro. En otras palabras, formar parte de la burguesía es desagradable porque inconscientemente son egoísta, hipócritas, altaneros, pero sobre todo porque la mayoría de ellos se odia entre sí.

Todos los personajes que se encuentran en la habitación están alienados mutuamente, están tan acostumbrados a trabajar de manera individualista que prefieren repetir el protocolo de conducta que los hace sentirse superiores y morir con clase, antes que salir de sus formas jerarquías y costumbres llanas. Son como lobos disfrazados de borregos en espera de ser devorados por depredadores de su misma estirpe. Han olvidado que son entes sociales, pese a los lujos que los rodea el confinamiento los ha deshumanizado.

El clímax de la película llega cuando el anfitrión de la casa está dispuesto a quitarse la vida para ver si con su sacrificio sus invitados pueden escapar de tan atroz tormento; justo en ese momento su esposa se da cuenta de la repetición absurda que sus costumbres vacuas tienen hasta cierto punto sentido, por eso le pide a sus invitados que repitan las últimas acciones que hicieron antes de quedar encerrados, se da cuenta que la clave para poder escapar del confinamiento se encuentran en la importancia que tiene la memoria colectiva pues solo el trabajo mutuo y desinteresado les otorgará esa libertad que siempre ha estado ausente en ellos. La película de Luis Buñuel no solo es una crítica a la sociedad burguesa sino también una parodia de las actitudes y modismos que esta clase social tiene, al tiempo que hace visible el hartazgo de una élite social incapaz de colaborar mutuamente con otros y detestar la compañía de sus semejantes. El confinamiento de los personajes en un cuarto pequeño es un claro ejemplo de como la intolerancia se hace presente una vez que las comodidades y recursos alimenticios han escaseado. En otras palabras, estar recluido en un solo lugar implica la necesidad de un espacio ampliamente determinado al tiempo que deben garantizarse las comodidades y privacidad de sus habitantes, pues de no ser así, en cualquier momento la violencia e intolerancia se desatarán. El director no solo criticó a la burguesía, también evidencio que las personas en condiciones de carencia, aunque sean las más refinadas actúan de manera detestable y despiadada. Por lo tanto, el solo hecho de estar recluido voluntariamente ya sea por una pandemia, catástrofe o por cualquier situación, implica que estos sujetos que son capaces de realizar este confinamiento voluntario tienen hasta cierta medida algunos privilegios, no es casualidad que esta clase social privilegiada se vea así misma desclasada ideológica y corporalmente de la realidad social en la que se vive.

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