El hombre antes de ser el autor: José Saramago

Por Oliver Miranda:

Cuando José Saramago escribió su ópera prima Claraboya, el nacido en Azinhaga no se imaginaba que representaría el comienzo de una de las más extraordinarias carreras literarias de la historia, y dicha idea no cabía dentro de su imaginario por el simple hecho de que la editorial dejó pasar olímpicamente de largo esta primera obra. Hasta años más tarde, cuando el portugués se encontraba en el punto más alto de su carrera, que la editorial le avisaría que entre viejos papeles se encontraba el borrador de su primera novela y que estarían encantados de publicarla. Entonces Saramago toma la decisión de dejar, a modo de testamento, el encargo a su esposa y traductora, Pilar del Río, de que el libro se publicara únicamente hasta que él hubiera fallecido.

Es así como Claraboya cumple la función tanto de primera obra como de libro póstumo, algo digno del maravilloso universo que José Saramago nos dejó en su estética única. Allí, la universalidad pasa impasible a la individualidad de las cosas, y con su muy particular estilo nos deja cátedra sobre su ideología, sus inquietudes y sus anhelos. Es un escritor que, por no decirlo de otra manera, siempre ha estado del lado de los jodidos sociales y que nos deja ver a través de sus ojos su propio mundo.

Tratar a Claraboya con los criterios con los que tratamos al resto de sus obras sería cometer una completa injusticia. Pasaron más de 20 años para que el escritor tuviera la aceptación que merecía y aún más tiempo para que se convirtiera en uno de los nombres más notables del siglo XX. El lector asiduo a Saramago, sin embargo, podrá observar en la novela los primeros trazos de su estilo y sus convicciones, que observan a la gente común de un edificio de Lisboa, con su crítica social y su agudo ojo que supera la cotidianidad para hacernos entrar de lleno en lo extraordinario.

No podemos hablar de que se trate de su mejor trabajo (dicho título sería sumamente difícil de lograr aun comparando los grandes nombres de sus obras), pero sí podemos destacar el mensaje que buscó transmitir cuando se encontraba en sus 30 y el que nos quiso transmitir cuando decidió que el público leyera su novela cuando él ya no estuviera en este mundo.

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Oliver Miranda

Entre más leo, menos desconozco, entre menos desconozco, más me intrigó.

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