Historias del fotoperiodismo II: 11-S
Por Leto Gómez:
El morbo es parte de nuestra cultura. Hay hechos que han marcado la historia de la humanidad, y en esta era digital es más fácil tener acceso a cierto tipo de información con o sin censura. Gracias al fotoperiodismo se han capturado hechos que nos permite hacer conciencia de actos del pasado con el fin de tratar de que no se repitan en un futuro, como es el caso del atentando del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos.
Hay mucho material sobre este suceso, pero hay dos fotografías en especial que marcaron el mundo por su contenido simbólico, controversial y crudo. La primera fue tomada por el fotógrafo alemán Thomas Hoepker. A primera vista se muestra cómo las dos gigantescas torres se consumen tras un ataque terrorista sin precedentes, mientras que cinco personas disfrutan de su jueves en la mañana sentadas junto a las aguas de un parque en Brooklyn, charlando y tomando el sol de manera sonriente, dándole la espalda a la monumental tragedia. Resulta un tanto alegórico e irónico, ya que, hablando del mensaje visual, la mezcla de sensaciones, colores y símbolos denota que es un simple montaje, puesto que se vive un momento feliz y al mismo tiempo a lo lejos resulta ser todo lo contrario: un infierno. Hoepker explicó al British Journal of Photography:
“[…] pero sentí que podía hacer una foto interesante y todo coincidió. Creo que los fotógrafos tenemos un instinto especial: vemos algo rápido, especial, y sin mediar una decisión inteligente lo fotografiamos”.
Thomas Hoepker al British Journal of Photography
La segunda foto fue tomada por Richard Drew en el 2001 a las 9:41:15 de la mañana, y capta a un hombre cayendo desde la Torre Norte del World Trade Center. Este fotógrafo inició su día cubriendo el evento de la Semana de la Moda de Nueva York en el centro de Manhattan, junto a un camarógrafo de la cadena de televisión CNN. Mientras hablaban, el camarógrafo de CNN dijo: «Hubo una explosión en el World Trade Center. Un avión chocó contra el World Trade Center”. En segundos sonó el celular de Drew, era su editor, quien le ordenó que corriera a la escena. Drew agarró su cámara y corrió a Times, cuando salió de las escaleras del metro, vio una imagen inolvidable: las dos torres en llamas. Empezó a fotografiar el caos que se detonó en ese momento: el FBI ya en las calles aislando el área y personas huyendo y tratando de dirigirse a un lugar seguro.
En una entrevista con la BBC Brasil comentó lo siguiente: «Entonces me di cuenta de que el humo soplaba de oeste a este y di la vuelta para evitarlo. Me quedé junto a las ambulancias, entre un socorrista y un policía, el socorrista fue el primero en darse cuenta, señalando hacia arriba, gritó: ¡Dios mío, la gente se está tirando del edificio!», recuerda Drew. El fotógrafo tomó y apuntó su cámara hacía las torres. «Tomé tantas fotos como pude de personas que se caían del edificio», dice, «No sé si saltaron por elección o si se vieron obligados a saltar por el fuego o el humo. No sé por qué hicieron lo que hicieron. Sólo sé que tuve que grabarlo». Esta fotografía entra en un gran debate por que no se sabe si es del todo artística, pero queda abierta a todo tipo de polémicas por la seriedad de lo expuesto.
Días después de lo sucedido, el Servicio Forense de la Ciudad de Nueva York declaró más tarde que las personas que saltaban de los edificios no podían ser llamadas «suicidas» porque eran expulsadas del edificio por el humo, el fuego o las explosiones. La causa de muerte de todos los que perdieron la vida en la caída de las Torres Gemelas, atacadas ese día por Al Qaeda, fue catalogada como «asesinato» en los certificados de defunción. Este año se cumplieron 20 años de esta tragedia, se llevó a cabo una conmemoración de los atentados del 11 de septiembre rindiendo homenaje cerca de 3 mil víctimas.
Ser fotoperiodista no es fácil; además de llegar en el momento justo de la tragedia también hay que considerar lo siguiente: que la imagen debe reflejar un hecho reciente y relevante y debe ilustrarlo suficientemente, debe cumplir con el objetivo de representar la situación en una fotografía fiable y representativa de dicho suceso con cierto tipo de tono, también debe combinarse con otros elementos informativos que la conviertan en lo suficientemente comprensible para los espectadores, lectores o televidentes de todos los niveles culturales y, sobre todo, cuidar cierta estética y parámetros técnicos. Sobra decir que también se debe ser profesional y saber controlarse en el momento.