La ineficacia de la meritocracia
Por Ofelia Galindo
Nos dijeron que si íbamos a las universidades a prepararnos todo mejoraría, y ahí nos tuvieron a todo el proletariado moviendo la gran rueda para que alguien de la familia por fin alcanzara las mieles del éxito, de la superación. Nos dijeron que mejorar constantemente y mantenerse “preparados” nos haría triunfar —¿preparados para qué?—, ahora que todo se legitima con la popularidad, la intelectualidad, pericia y experiencia profesional no alcanza, ésa que se dijo que era invaluable, ésa que algunos métodos miden su eficacia, incluso su validez. Esas virtudes por las que se lucharon, por las que algunos se esforzaron en ser los primeros del clan familiar en tenerlas, ya no alcanzan. Faltan pesos de compadrazgo o amistad para tener la oportunidad de probar la valía de cada uno, aun cuando algunos afirman que ya se probaron en lo que son excelentes y sus carreras, lo de hoy es el señalamiento popular y enardecido. Ese enojo que se escucha fuerte y no tan claro por seguir ampliando las diferencias que en un país como México son extensas, como su territorio. Como si lo que pasara en Culiacán importara más que lo que pasa en Chiapas, o a la inversa, o de cabeza. Que nuestros amigos del norte o del sur estén preocupados por nuestra estabilidad, pero aquellos que se sientan en el centro no tienen idea, porque su pensamiento ese que llega hasta el doctorado no les alcanza.