La poética en la prosa
Por Félix Barquera:
La lengua tiene muchos aspectos que no se pueden englobar con la definición ‘‘medio de comunicación entre dos cosas’’. Más acertadamente podría delimitarse con el lugar de origen ya que cada uno tiene hablantes que piensan esa comunicación de diferente manera, es decir, piensan que la comunicación incluye distintas cosas, como la jerarquía, el respeto, la distinción del género, las frases y el contexto, por mencionar algunas. Cada lengua tendrá sus propias concepciones adyacentes, pero todas, o la mayoría, coinciden en que hay dos tipos de realización de la lengua, una común y una dedicada, por así decirlo, esto es, la prosa y el verso.
Hay una concepción casi universal que diferencia entre estas dos, que pone una clara barrera entre lo que es poético y lo que es prosaico, palabras ya del español. ¿Qué podría diferenciarlas? En otro texto ya mencioné que hay varios registros en una misma lengua, que la misma palabra puede tener variados significados dependiendo del contexto en el que se use. Así podemos tomar en cuenta dos cosas:
- el lenguaje, en su función comunicativa, toma un sentido llano en el que no hay alteraciones tan grandes que no atienden más que la comprensión del mensaje, y
- estas alteraciones en la lengua pueden atender al contexto en el que se emiten, que puede ser semántico o formal.
Desglosemos más estos dos puntos. Una de las pocas cosas que no pueden existir sin que dos partes interactúen con ella es la lengua, ella debe tener a alguien que hable o escriba y a otro que escuche o lea. El español vive, vive cuando despiertas en la mañana y saludas a tus familiares o vecinos o a la señora de la tienda de la esquina. Con esa consideración no se puede afirmar, afirmación muy divulgada, pero mal completamente, que el latín y el griego antiguo sean lenguas muertas, pues hay quienes las leemos y las hablamos, o al menos lo intentamos. La lengua está viva porque nosotros le damos vida, nosotros le damos forma y muchas veces una que ni previó el autor. En esto radica la interpretación, que es, vagamente, la manera en que tú percibes un fenómeno. Si ni siquiera sabías que existe el latín o el griego antiguo, para ti están muertas, pero no para otros. Por eso la interpretación es muy personal y variará en función de nuestro bagaje cultural. De eso ya habló un señor llamado Wolfgang Iser, entre muchos otros; sin embargo, un bagaje cultural marca un horizonte que es compartido por varias personas dentro de una sociedad. No hay nada normal fuera de la sociedad, pues son las personas en conjunto las que, consciente o inconscientemente, marcan una normalidad. Esa normalidad permea también al lenguaje y ésta puede variar de lengua a lengua o de región a región. Ya he puesto el ejemplo del español que usaría alguien que viven en Iztapalapa y el español que usaría alguien de Nuevo León. Salgamos del español. Para los bilingües es más que claro, no hay dos lenguas iguales; así el italiano tenga muchas palabras iguales y semejantes al español, el italiano no es español. La normalidad en el uso de la lengua variará en función del horizonte de cada cultura, cada región, cada zona, cada persona. El orden cambiar de las palabras harálas no entendibles, pero un nuevo sentido dar sí podrían. La lengua sirve para comunicarse, para transmitir un mensaje, el cómo se transmite es lo que tratamos en este escrito. El hablante del español tiene ya un orden de las palabras establecido en la mente para entender un mensaje claro; nuestra lengua tiene su lógica, por eso nos cuesta cuando aprendemos, por ejemplo, inglés que los adjetivos se pongan antes y que el orden de las palabras afecta, porque no es lo mismo, a computer shutdown, que lo mesmo, shutdown a computer.
La prosa atiende al mensaje, la poesía a la forma. La forma de ésta es más compacta, mientras que aquella va por lo grande; pero todo con medida. Algo que, aunque no exclusivo, sí es más característico de la poesía es el ritmo, mismo que tiene una corta duración, a diferencia de los largos periodos que puede abarcar una oración en prosa. El ritmo es como el alma de estas dos realizaciones de la lengua. Por mencionar algunos, está el octosílabo español, el pentámetro yámbico inglés, el hexámetro dactílico del griego antiguo y el saturnio latino. Todos estos ritmos son los que definen al verso, el otro componente es la longitud, la cual variará según las palabras usadas, por eso decía arriba que la poesía es dedicada, porque no todas las palabras quedarán con el ritmo y la longitud. A mí me gusta pensar en la poesía como unas escaleras y en la prosa como una planicie, porque en la primera hay que pensar mucho más que en la segunda, hay que ir escalón por escalón, paso a paso, pero en la prosa tú puedes construir lo que quieras, si quieres unas escaleras aquí, un descanso allá, un parque por acullá, los puedes poner. La cosa que comparten ambas es que debes pensar para elaborarlas, porque, aunque en una pueda parecer más fácil construir, escribir recto sin un objetivo es escribir a la nada.