Los inconsolables de Kazuo Ishiguro: Oriente, Kafka, Alicia, Occidente.

Por Oliver Miranda

Kazuo Ishiguro es una muestra de lo mejor de dos mundos, y lo refleja fielmente en su obra literaria. El inglés de padres japoneses es un especialista en el arte de dejar implícito que hay algo incómodo, sórdido, incorrecto dentro de sus historias, lo cual deja en claro su formación académica nipona, pero su impecable estilo literario va acorde a los cánones occidentales.

Un fiel reflejo de esto último lo encontramos en su obra Los inconsolables, libro escrito en 1995, su cuarto, en donde nos cuenta la laberíntica historia de Ryder, un famoso pianista que llega a un pueblo en Europa Central para dar un recital, y a partir de ahí se envuelve en un extraño viaje donde la adoración de los habitantes comienza a ir por otros lados y las historias desencadenadas ahí mismo lo llevan por caminos donde la culpa, las demandas y las heridas sin cerrar empiezan a tomar protagonismo y el control sobre la historia.

La novela tiene indudablemente un corte kafkiano, pero el viaje por el que Ryder transita también tiene reminiscencias de Lewis Carroll y su Alicia a través del espejo. Ishiguro tenía muy claro qué era lo que quería luego de Lo que resta del día: un libro atrevido y difícil de clasificar; con Los inconsolables decir que lo logra es quedarse corto. La pulida técnica del escritor se mezcla con un dominio de los distintos géneros y nos da una perspectiva de las realidades de esa zona de Europa, tantas veces tan enigmática e ignorada al ojo occidental, de la experiencia de un recorrido en el que es fácil perderse al igual que el protagonista, sin dejar de lado una narrativa interesante que tiene como base la premisa de que algo no está bien en ese lugar, sólo que nos cuesta trabajo decir qué.

Kazuo Ishiguro es un genio de nuestros tiempos, un escritor que ya llegó a lo más alto de la cumbre literaria. Con esta obra se arrancó de lleno la etiqueta de “escritor realista”, con la que se le asimilaba, y finalmente se pudo colgar muchas más: raro, salvaje, intimidante, indescifrable…

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Oliver Miranda

Entre más leo, menos desconozco, entre menos desconozco, más me intrigó.

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