Perspectivas revolucionarias: Inicios de la fotografía en México
Por Leto Gómez:
La historia de nuestro México ha sido plasmada de diferentes formas, desde extensos códices y textos que narran cómo se desenvolvieron los hechos, grandes pinturas en óleo y murales que retratan batallas memorables y personajes, hasta el uso de la fotografía que ayudó a plasmar e inmortalizar fielmente gran parte de nuestra historia, destacando principalmente la Revolución mexicana. Este acontecimiento fue plasmado por diferentes artistas que pintaron con luz congelando batallas y grandes personajes; incluso, para algunos especialistas ha sido este hecho histórico el más retratado.
Grandes fotógrafos surgieron y contribuyeron en gran medida a conformar la imagen que actualmente tenemos de la Revolución y sus líderes, al grado de que es difícil saber si algunos personajes que hoy se consideran icónicos lo eran antes de que fueran retratados en blanco y negro, o bien si se convirtieron en símbolos de una época justamente por la amplia difusión de las mismas imágenes que lograron captar estos fotógrafos y así crear una obra perdurable.
Lo más interesante es que hay una larga lista de fotógrafos. Entre quienes participaron y contribuyeron en este suceso está Antonio Garduño, autor de un magnífico retrato de Zapata, en el que captó su esencia con altos contrastes y un perfecto balance de blancos; Félix Miret y Sabino Osuna, quienes tuvieron la oportunidad de capturar de forma minuciosa y fiel los días de la Decena Trágica; los hermanos Abitia, que siguieron a los valientes guerreros del Ejército Constitucionalista desde diferentes perspectivas; cabe destacar a la primera fotógrafa de la Revolución: Sara Castrejón, quien plasmó al ejército abriéndose paso entre las calles mexicanas, retrató varios enfrentamientos y además logró fotografiar al expresidente Lázaro Cárdenas del Río años después de que terminara la Revolución.
Al fotógrafo Manuel Ramos se le atribuye una de las legendarias tomas de Villa y Zapata en Palacio Nacional; además tiene una gran variedad de fotografías de paisajes y también capturó cómo vivían las familias mexicanas en ese entonces. Tenemos al fotógrafo Gerónimo Hernández, a quien se le debe la icónica imagen de la llamada Adelita asomada en un ferrocarril; y, por supuesto, al famoso Agustín Víctor Casasola, quien causó polémica con muchas de sus obras, ya que logró acumular un archivo de miles de imágenes que hoy son la base de la Fototeca Nacional y un tesoro invaluable para la memoria histórica de México; una de sus obras más destacadas fue plasmar la muerte de Emiliano Zapata.
Gracias a este gran acervo fotográfico, producto de estos artistas, se logró inmortalizar cómo se fue desenvolviendo la Revolución mexicana con el fin de que este evento de nuestro país fuera recordado tal cual fueron los hechos. Ciertas imágenes fueron tomadas a la perfección, respetando la armonía y la técnica del encuadre, gracias a los altos contraste y al buen manejo de la luz natural que da dramatismo a la misma imagen, pudiendo así destacar los diferentes enfoques y perspectivas de las batallas, personas, soldados, adelitas, políticos y el mismo pueblo mexicano que luchaba por una causa.
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