Retratando lo efímero de la cotidianidad: Robert Doisneau
Por Leto Gómez:
Parte del trabajo de la fotografía es contar historias de una forma visual sobre las vivencias de las personas; no necesariamente este arte se centra en capturar hechos históricos y controversiales, sino que también captura ese lado natural de ciertas actividades muy fugaces sobre la cotidianidad de las personas, que posteriormente pueden llegar a cautivar al mundo. Robert Doisneau fue experto en retratar ese aspecto efímero, sobre todo en la gran ciudad del amor: París. Él observaba su entorno e inmortalizaba el momento exacto en el que se desenvolvía la gente, ganándose el apodo “fotógrafo pescador” y siendo reconocido como uno de los mejores fotógrafos contemporáneos del siglo XX. Pero cabe mencionar que es un fotógrafo bastante controversial.
Doisneau vivió en la época dorada de las revistas, lo cual lo llevó a trabajar en una serie de fotografías sobre el romanticismo en la capital francesa, donde surgió la famosa imagen El beso en el Hotel de Ville, un ícono de la fotografía del siglo XX que lo alzaría hasta lo más alto. Reproduce una escena observada desde la terraza de un café con gente en la que una pareja, sin apenas detener su paso, se besan breve y rápidamente. Esta fotografía se convirtió en un símbolo del romanticismo y del amor joven como una expresiva metáfora del sentido de la vida en la Europa de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Fue publicada en la revista Life, con una dedicatoria al amor en la primavera de París.
En el aspecto técnico se observa que la fotografía fue tomada en un encuadre abierto y en un plano americano, el cual le da un toque narrativo y dramático. De fondo se aprecia el edifico del ayuntamiento de París, posteriormente podemos ver que dentro de la misma escena capta el movimiento de las personas y los automóviles que viven su día utilizando la técnica del barrido, pero, en sí, el protagonista de esta imagen es el beso de la pareja, el cual queda congelado dentro del mismo tiempo y espacio. Además, el uso de altos contraste enfatiza lo romántico y transmite el sentimiento de amor y dicha de una forma muy espontánea y natural.
El beso en el Hotel de Ville, además de ser una de las fotografías más icónicas, también fue una muy controversial. Como mencioné anteriormente, parte del trabajo de este gran fotógrafo se destaca por las instantáneas, pero esta obra en específico no fue coincidencia sino una puesta en escena. Doisneau contrató a dos jóvenes actores, Françoise Bornet y Jacques Carteaud, para escenificar el beso; sin embargo, el fotógrafo nunca reveló este hecho. Posteriormente la pareja reclamó dinero por los derechos de la imagen, aunque el juicio fue ganado por Robert, ya que demostró que se les pago la actuación de estos jóvenes; aun así le afectó en el ámbito personal. En mi opinión sí fue decepcionante saber esto, pero no significa que sea un mal fotógrafo o que le quite mérito a su trabajo.
En una entrevista mencionó: “El beso del Hotel de Ville no es una foto fea, pero se nota que es fruto de una puesta en escena, que se besan para mi cámara”. También menciona lo siguiente de su trabajo: “No tomo fotos de la vida como es, sino de cómo me gustaría que fuera la vida”.
A pesar de que se descubrió esto en una de las imágenes con luz más aclamadas, vendidas y reconocidas a nivel mundial, este gran artista cuenta con una gran colección de imágenes, muchas de las cuales sí son instantáneas. Se nota el esfuerzo por retratar la vida parisina. Al igual que para su contemporáneo Brassaï, para Doisneau no había nada mejor que caminar por las calles sin saber qué lugares iba a encontrar.