Revolución Mexicana

Por Alejandra Martín del Campo:

“Conciudadanos: si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al Gobierno del Gral. Díaz, es… por salvar a la patria del porvenir sombrío que la espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía…”

Francisco I. Madero. 

20 de noviembre de 1910. Inicio de la Revolución Mexicana, la primera del s. XX y la primera revolución social.

Era bastante más que claro que para 1910 el país tenía una enorme y antigua deuda con la mayoría de sus habitantes. El fin de la Colonia y el inicio de la vida independiente no significó ningún beneficio para las mayorías, muy al contrario, al producir una mayor corrupción y explotación las clases menos favorecidas serían todavía más afectadas. 

La trinchera.
Fresco,
1926,
José Clemente Orozco,
Colegio de San Ildefonso

Con la caída de Santa Anna y el inicio de la Reforma, el pueblo llano esperanzado creyó que al ser el país gobernado por hombres “comunes” traería justicia y desarrollo económico. ¡Terrible decepción! Los reformistas cambiaron una élite colonial por una élite de liberales, la de ellos, y lejos de achicar las brechas socioeconómicas las hicieron aún más grandes. 

Porfirio Díaz, uno de esos hombres del pueblo, no hizo más que perfeccionar la política liberal haciendo aún más injusta la sociedad mexicana. No obstante la enorme riqueza de México durante el Porfiriato, la población nativa nunca, incluso ni durante la Colonia, había sufrido de tanto abuso. Tierras y tierras fueron arrebatadas a los indígenas, quienes, sin mayor sustento, se vieron orillados a vender su mano de obra en condiciones de esclavitud y endeudarse de por vida en las tiendas de raya de las enormes y ricas haciendas que los explotaban, cancelando así cualquier posibilidad de mejora personal o comunal. 

Para finales del Porfiriato son ya muchas las almas que saben que la situación es intolerable. Entienden también que la culpa no es del destino ni de Dios ni de la mala suerte, sino de aquellos hombres a quienes una vez admiraron por ser gente del pueblo, por la forma en que defendieron a la patria frente a los franceses y por su participación en la Reforma, pero que para ese momento no son ya más que un puñado de ancianos asesinos, explotadores, corruptos y vendepatrias.

Un lastimado y pobre, muy pobre pueblo mexicano vio resurgir sus esperanzas ante la llegada de figuras como Francisco I. Madero, Villa, Zapata o Carranza.  

Del Porfiriato a la Revolución
Acrílico y piroxina sobre madera forrada de tela, Mural
David Alfaro Siqueiros, 1966, Museo Nacional de Historia

El levantamiento en contra de Porfirio, impulsado por Madero para el 20 de noviembre de 1910, pasó de un “tibio” inicio a un desbordado fervor al transcurrir de unas pocas semanas. Conforme se debilitaba el gobierno, el movimiento revolucionario se fortalecía cada día con las manos y las voces de todos aquellos hambrientos desprotegidos que sabían que ya no había más alternativa que morir o pelear. 

Así, el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde iniciaba lo que hoy conocemos y conmemoramos como Revolución mexicana, la primera del s. XX y la primera revolución social.

Y aunque los verdaderos protagonistas de la Revolución mexicana no “pintan” en la historia oficial, y aunque ni Madero, ni Villa, ni Zapata ni Carranza tuvieron intención de un cambio social y la Revolución Mexicana les sirvió o bien para empoderarse política y económicamente, o bien para dejar de ser bandoleros y convertirse en héroes revolucionarios, celebremos como mexicanos orgullosos que somos este acontecimiento, por ser la Revolución mexicana un proceso más para consolidar a esta bella nación. 

¡Viva México!

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