Roald Dahl: Lo extraordinario, lo fantástico y lo real

Por Oliver Miranda:

Roald Dahl es un maestro de la narración mundial. El inglés es más bien conocido por sus historias referenciadas hacia el público infantil, las historias de una telequinética niña genio, de una extraordinaria fábrica de chocolates, de un melocotón gigante, de unas brujas que soñaban con hacer ratones a los niños, además de muchas más que son parte de la cultura popular ya sea tanto por sus libros como por las múltiples adaptaciones que han tenido a la gran pantalla, sin embargo, el prolífico autor, como buen narrador que es, tiene secretos en textos dirigidos a audiencias más maduras.

Es en este tenor que nos encontramos con la colección de siete historias que componen sus Historias extraordinarias, en donde desde la primera línea nos damos cuenta que va dirigida a lectores de mayor experiencia, pero en ningún momento deja de lado su mayor sello, que es la facilidad y sencillez, y la fascinación con la que escribe sus historias.

Desde la historia ociosa de un millonario que comenzó a ver con los ojos cerrados, hasta un tipo haciendo autostop, pasando por un hombre que habla con los animales que tiene una profesión única en el mundo, las historias tienen guiños a la narrativa de otros grandes autores como Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle, así como un aura de misterio que envuelve cada historia para terminar en desenlaces por demás increíbles.

Quizá la historia más destacada por el juego entre la crueldad, la fantasía y la realidad es la cuarta del libro: una historia en donde un par de chicos con un rifle pasan de agredir a unos patos a agredir a alguien más; el final fantástico de la historia y el tono belicoso con el que es contado lo convierten en quizá uno de los puntos más altos del de ascendencia noruega.

Roald Dahl es uno de los escritores más importantes del siglo XX; con literalmente una vida digna de ser contada (lo hace en sus libros autobiográficos Boy y Volando solo) vale la pena que se le de un vistazo a toda su obra, y una colección de cuentos parece ser un buen punto de inicio.

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Oliver Miranda

Entre más leo, menos desconozco, entre menos desconozco, más me intrigó.

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