¿Será el arte… un arma cargada de futuro?
Por Guillón Rosas:
El arte a través de los años ha evolucionado culturalmente adaptándose a las épocas conforme a la sociedad y sus formas de vida. Desde el arte primitivo, antiguo, medieval, moderno y finalmente contemporáneo, se ha notado un cambio sustancial en su objetivo, pues en sus orígenes empezó como una forma indirecta de expresión del ser humano, y aunque al día de hoy continúa en muchos casos manteniendo ese objetivo se ha transformado por la influencia social, la comercialización y la búsqueda de aceptación pública.
Cuando hablamos de la programación social, podemos mencionar en el sentido del arte que se ha estandarizado una “estética”, la cual determina si es buena o mala y de ello deriva su popularidad y su precio como un calificativo determinante para la calidad de la misma. La educación a través del tiempo se ha enfocado en clasificar, estratificar y encuadrar por tópicos el conocimiento humano, lo cual en su evolución ha guiado al hombre y mujer a juzgar el pensamiento así como sus materializaciones, desde qué tan acercado es o qué tanto cumple con las características de estos tópicos ya preestablecidos.
Hoy en día esta tergiversación de su objetivo se ha utilizado para establecer tendencias, mismas que la economía, la política e incluso el mundo del arte han ocupado para desarrollar popularidad. Muchas veces se pueden identificar las “fórmulas de éxito” que se reproducen continuamente dado que ya son aceptadas públicamente.
Independientemente de la evolución de esto, el bien o mal no existe dentro de este tema, pues el arte es una expresión libre que, sea o no de calidad, simplemente es. Mi intención es analizar y puntualizar cómo ha afectado al ser humano en su sensibilidad, apreciación y evolución como un ser social.
Al ir encuadrando el arte a través del tiempo, la apreciación social se ha unificado, y este factor ha ayudado a que las tendencias se vuelvan virales. ¿Cómo me afecta una tendencia viral? Independientemente de su contenido, se vuelve socialmente aceptada y valorada, lo cual programa al cerebro para verlo o asociarlo como algo normal. Cuando el objetivo del arte se vuelve un negocio, se utilizan estas tendencias y estas programaciones para que el público lo consuma siendo algo cómodo y normal.
Otro factor derivado de estas tendencias es que la apreciación se vuelve superficial, ya que en lugar de revisar su contenido o significado nos interesa y nos fijamos más en el apego a la clasificación, tópico o características ya preestablecidos que mencionamos anteriormente.
Lo que pasa al volvernos superficiales es que principalmente nos aleja de la sustancialidad de la vida individual, al enfocar nuestra atención en la apreciación pública más allá de la personal, guiándonos a la satisfacción material y/o aceptación social por encima de la satisfacción y/o aceptación propia, derivando así el consumo como una finalidad en la vida.
Al colocar factores externos por encima de la apreciación propia se puede generar carencia introspectiva, perdiendo capacidad de reflexión y consciencia, ejercicios que vienen del pensamiento individual así como de la apreciación interna del ser y su sentir, pudiendo generar una descompensación emocional.
¿Y qué carajos tiene que ver todo esto con el arte? El arte ha sido la herramienta que se ha utilizado durante toda la historia del ser humano para expresar la opinión libre, para contrarrestar el pensamiento público y abrir nuevas puertas de percepción. El arte por medio de sus estilos ha apoyado al humano a mostrar diversas realidades en todo el mundo generando empatía, esparciendo conocimiento, y al mismo tiempo sensibilizando a la población, siendo esta característica de sensibilización la que ayuda a combatir la superficialidad al hacer consciencia y finalmente reflexión.