Sobre el amor posmoderno

Por Guillón Rosas:

Las generaciones humanas se han desarrollado estructurando con el tiempo diferentes arquetipos de comportamiento: hoy en día la apertura hacia el amor libre se ha normalizado; y gracias a la evolución del ser humano hemos entendido y observado cómo existe este fenómeno no solamente en la construcción de la familia tradicional, sino que se ha extendido a personas de el mismo género, a animales y a objetos.

El amor es un sentimiento que no solamente se puede percibir en el ser humano, así que limitar este sentimiento a la construcción de una sociedad humana, en mi opinión, es un error. Existen demostraciones de amor entre animales, así como entre los humanos y animales; inclusive, hoy en día derivado de la superficialidad existe el amor entre el ser humano y los objetos. Es un error común intentar juzgar el mundo con nuestra propia realidad, y por lo tanto también lo es esperar que el mundo se comporte como la construcción de nuestra realidad lo espera. Hemos crecido juzgando nuestro al rededor y el comportamiento de otro individuo esperando que ame y que sea amado de la forma en que nosotros lo hacemos con los demás. 

Es importante mencionar la siguiente frase:

“Nadie puede pensar ni sentir por ti, y tú no puedes pensar ni sentir por nadie más”. 

Precisamente esta frase tiene base en el ideal de reconocer que la vida y el desarrollo de cada individuo ha sido único, es decir, si cada uno de nosotros hemos crecido en un ambiente diferente, vivido experiencias diferentes, y, aunque tengamos hermanos y hayamos vivido bajo el mismo techo e inclusive nuestro desarrollo se haya construido con los mismos padres, han resultado diferentes la cultura, los amigos, las experiencias, las decisiones, las épocas, todo en cada individuo ha sido diferente, sabiendo esto, ¿cómo podrías esperar que otra persona se comporte y piense como tú? Hay un sinfín de realidades en las que cada comportamiento tiene una lógica de ser. El amor precisamente se expresa a través del comportamiento y en las formas en que se suele mostrar y vivir de manera individual.

El amor posmoderno se ha convertido en una infinidad de opiniones y en un mar de incógnitas que buscamos responder basados en realidades de otras personas, en el pensamiento social y en el coloquialismo moral que corre por las redes, los libros, los amigos e inclusive la familia. 

El amor posmoderno, como lo temía Huxley, se ha convertido en la confusión de buscar las respuestas en el exterior de nosotros mismos y de nuestra propia construcción, conocimiento y valores. He ahí la idea actual del amor líquido, en la que todos buscamos consumir a nuestra pareja, amigo, animal u objeto, de tal manera que cuando el pozo se ha agotado decidimos rellenarlo de cemento y escarbar otro más. El amor actual se ha intoxicado con el pensamiento de obtener algo de alguien más, esta construcción nos ha llevado a la superficialidad, y ojo: no es que esta forma de amar esté mal, sino que simplemente tal vez no busque el fin de amar a perpetuidad.

La idea del amor liquido se basa en el eterno presente: “carpe diem”, “YOLO”; en el “un día a la vez”, en el “no pienses en un futuro que es incierto”,  y en que, cuando se complica la situación o no podamos consumir más de una persona, animal u objeto, el amor se vuelve desechable, de ahí que la idea de amar para siempre a una persona, animal u objeto sea condicional, sin intenciones ni ataduras, sin esperanzas ni compromisos, un individualismo exacerbado donde el sentimiento simplemente termina siendo temporal.

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Guillón Rosas

I’m just a staked old-fashioned young man speaking seriously.

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