Tiempo muerto o identidad

Por Yessika María Rengifo Castillo

“Pero un día te vas a dar cuenta de que un hombre sin raíces es un hombre muerto”.

Margarita García Robayo[1]

La identidad es hablar de la interacción del individuo en los campos sociales, culturales, económicos y políticos de una nación o el mundo. Es importante señalar que Sigmund Freud nunca abordó el concepto de identidad, pero sí temas relevantes asociados a ésta como el aparato psíquico que constituye el ello, el yo y el superyó, y las relaciones entre ellos; seguidos por la teoría de las pulsaciones y la identificación como elemento esencial de la teoría psicoanalítica.

Antes de continuar insistamos en que Freud determina tres elementos claves para la personalidad de los seres humanos. Éstos son: el ello, los patrones genéticos que ha heredado el sujeto o, en otras palabras, la serie filogenética de pulsaciones que deben ser satisfechas. En esa misma línea, una parte de ese ello se transforma en el yo que mantiene un accionar permanente con la realidad; es decir que el yo es el encargado de mediar demandas del mundo y el ello, todo esto para que no se genere una destrucción en ambas partes. Finalmente, el superyó se convierte en la superación del complejo de Edipo y la representación de la moral en el aparato psíquico.

En contraste con lo que se ha dicho anteriormente, la escritora colombiana Margarita García Robayo nos ha presentado en sus obras una búsqueda incansable de identidad como factor esencial para comprender las conductas de los individuos o, de otra forma, eso que no nos explicamos, como el desamor o la crueldad de una pareja que se amó durante muchos años.

Entonces, la apasionante búsqueda de esas conductas humanas hace que sepamos de dónde venimos, pero jamás a dónde pertenecemos. Dentro de ese marco ha de considerarse la novela Tiempo muerto publicada en el año 2017, exponiendo el fracaso del matrimonio de Pablo y Lucia a partir del desconocimiento del uno al otro. Un final que se evidencia poco a poco en desamor, desencuentros y reproches a tal punto, que se genera una guerra irreconciliable entre los dos.

En ese sentido la autora se detiene en esos tiempos muertos de soledad y dolor que aparentemente no son nada, pero que culminan siendo el detonante de las relaciones humanas, en este caso la de Pablo y Lucia, quedando como único eje en común sus hijos Tomás y Rosa, que suelen ser inoportunos en ese hallazgo de saber quiénes son en reflexiones como:  

Lo raro no son las infidelidades, piensa Lucía; ella también cometió algunas —más discretas, más holgadas, nada que pusiera en riesgo el corazón de nadie—. Lo verdaderamente raro es mirar al otro y preguntarse quién es, qué hace ahí, en qué momento le cambiaron tanto los rasgos de la cara. El desconocimiento es el saldo del tiempo acumulado, nadie puede decir con exactitud cuándo se planta la semilla. Empieza como un síntoma de desinterés, algo minúsculo que después se naturaliza y ambos dejan de preguntarse cómo es que siguen ahí, adobando la abulia frente al otro, asintiendo a lo que dice como un trámite: excediendo el período en el que aquello que decía parecía interesante. O digno de ser escuchado. Hacía mucho que su relación estaba mal, pero hacía mucho también que había dejado de pensar en que debía hacer algo al respecto (p.49).

Lo que quiere decir que aquello que tuvo valor perdió el sentido.

En resumidas cuentas, el llamado es a leer a la querida Margarita García Robayo, referente de la literatura Iberoamericana como una buscadora permanente de la conducta humana, o en sus palabras:

“En mi caso cada libro es un marco que encauza la redundancia. Busco las capas que nos constituyen como seres humanos. Es la identidad, el cómo y quiénes somos realmente”.


Referencias bibliográficas

Freud, S. (1940): Compendio del psicoanálisis.  Madrid: Editorial Tecnos, 1985.
García, R. M.  Tiempo muerto. Narrativa hispánica. Editorial. Alfaguara, 2017.

Cibergrafìa

Imagen tomada de https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/226115-ebook-tiempo-muerto-9789585428300


[1] Es una escritora colombiana radicada en Buenos Aires. Sus libros han sido publicados en Argentina, Chile, Colombia, México, Perú, España y Cuba, traducidos​ en Italia al italiano y en EUA al inglés. Ha colaborado con los periódicos El Universal (Colombia) y Clarín (Argentina). Para este último creó el blog Sudaquia, que obtuvo numerosos reconocimientos. Entre el 2010 y el 2014 dirigió la Fundación Tomás Eloy Martínez.

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