Música para muñecas
Por Andrea Caballero:
Reflejo de la perfección, materialización de nuestros sueños, mejor amiga de la infancia, ropa de ensueño, a veces embrujada, a veces de trapo, a veces bronceadas de grandes pechos y cinturas breves que tienen más profesiones de las que cualquier universidad puede ofrecer; lo anterior y otras tantas cosas son las que vienen a nuestra cabeza cuando alguien nos habla de muñecas; aunque también podemos pensar en dos personajes bastantes peculiares que irrumpieron con su música la infancia o quizá adolescencia de muchos de nosotros. Me refiero a los únicos The Dresden Dolls.
Este dúo fue parido en el año 2000, una noche de halloween en que sus integrantes Amanda Palmer y Brian Viglione se conocieron, y días después bautizaron su proyecto como The Dresden Dolls por la ciudad alemana de Dresden y por las muñecas de porcelana que allí solían fabricar.
Para 2001 grabaron su disco homónimo, pero tuvo que esperar hasta 2004 para oficialmente ver la luz porque fue ese el momento en que consiguieron un sello discográfico, aunque eso no impidió que en 2003 fuera lanzado su primer albúm en vivo, A is for accident, que contiene una serie de tracks grabados en sus diferentes actuaciones entre 2001 y 2003.
Para 2005, ganando fans alrededor del mundo y escribiendo más música, Amanda y Brian salieron de gira con una de las bandas más representativas del industrial, o sea, NIN, y que además de ofrecer memorables conciertos también fue un buen augurio para la grabación de los videos de dos de sus canciones más representativas:
Coin operated boy
El video nos recibe con una melodía muy al estilo de las cajas musicales, el tipo de cajas que siempre aparecen en la muy cliché escena de cualquier chica enamorada y perdida en sus fantasías, que no es más ni menos que la situación de Amanda, con su pelo cobrizo, cara llena de maquillaje blanco y cejas garabateadas. Aquí ella nos muestra a su nuevo novio, a un Brian que se ha convertido en un muñeco que funciona con monedas, y que no tiene competencia, es un chico que le ofrece lo que nadie más ha podido, una relación sin dolor y únicamente momentos felices cuando ella los necesite, después de todo ella destruiría a un hombre convencional.
Girl Anachronism
Con furia Brian Viglione toca la batería, mientras que Amanda Palmer al borde del colapso aporrea el piano al tiempo que sus expresiones faciales nos dejan ver emociones que viven muy dentro de nosotros y que muchos hemos preferido enterrar. En esta ocasión nos cuentan la historia de una chica fuera de su época que ha sido mal diagnosticada, que tiene los brazos llenos de cicatrices, los labios lastimados, los ojos rojos, el cabello hecho un desastre por una chica cuyo auto está abollado, su piso está salpicado con vidrios y su bañera reboza de moscas. Sin darnos cuenta nos dejamos ir por el frenesí de la música, nos parece un humor tremendamente oscuro, sólo como el que el cabaret es capaz de hacer; si bailamos a su ritmo dejaremos ir un par de angustias, para al final darnos cuenta de que ésta, más que una canción, puede ser un grito de ayuda.
Si bien es una reseña corta y simple, también es un acercamiento a la esencia de una de las bandas que marcaron el paso de muchas personas por los géneros underground, donde de la mano de un par de muñecas, mimos o locos dotados de ingenio, punk puro y mucha comedia como sólo el cabaret sabe hacerla, han creado música que podría hacernos llorar en el piso de nuestra habitación o de nuestra bañera, además de que podría despertar ese lado casi asesino que llevamos por dentro. También nos han regalado letras que quizá a los 13 años nos parecían un fiel reflejo de nuestras convulsas emociones adolescentes, pero que hoy se nos revelan como secretos a voces sobre los conflictos que cada quien lleva dentro y con los que a veces la única forma de lidiar es disfrazarlos de un oscuro humor cabaretesco, que, aunque fue pausado al separarse Amanda y Brian, perdura, haciéndonos recordar los años pasados y haciéndonos compañía mientras llega el futuro. Gracias, Dresden Dolls.