La sensible obra de Edward Steichen
Por Leto Gómez:
El poder capturar la fisonomía humana consiste en develar y predecir el carácter, las emociones, el ánimo y el temperamento de personas que posan ante una cámara, convirtiéndolas en el centro de interés de la imagen. Uno de los grandes fotógrafos que plasma perfectamente la esencia humana en un sentido artístico y delicado es Edward Steichen. Como a muchos fotógrafos, a Steichen le tocó vivir en carne propia las atrocidades de la Primera y Segunda Guerra Mundial, también contribuyó dentro del acervo fotográfico de estos dos hechos que marcaron la historia de la humanidad. En la Primera Guerra Mundial, el estilo de Edward Steichen fue más nítido y descriptivo; años más tarde, sus imágenes de la Segunda Guerra Mundial mostraron un interés especial por el elemento humano, que en este caso fue el ejército de las fuerzas áreas, sus obras estuvieron complementadas por escenarios de los grandes hangares y portaaviones que participaron activamente en estas disputas. Dentro de esta serie fotográfica generó un gran equilibrio y cierta belleza dentro de la imagen que para muchos son recuerdos un tanto controversiales y trágicos, sin embargo, siguen y seguirán siendo parte de nuestra historia.
Después de la guerra se dedicó a la fotografía de retrato, y gracias a su buen ojo y su talento llegó a ser miembro del Photo-Secession; además se adentró junto con los hermanos Lumiere a experimentar la técnica a color como instrumento al servicio de la moda. Cabe mencionar que no sólo se sumergió en la fotografía, sino que también le interesaba el mundo de las artes plásticas. Gracias a estos intereses Edward hizo una fusión de estas dos variantes artísticas, lo cual le ayudó a convertirse en uno de los máximos representantes del pictorialismo. Éste era un movimiento fotográfico que buscaba el reconocimiento de la fotografía como obra de arte. No sólo usaba la figura humana dentro de sus obras, sino que también inmortalizó la belleza de la naturaleza, sobre todo la flora y los paisajes urbanos de las grandes metrópolis como Nueva York y San Francisco.
Gracias a su talento, su buen gusto y tener una perspectiva diferente y un tanto romántica, en 1923 trabajó y demostró su talento para las revistas de moda Vanity Fair y Vogue. Sus obras fotográficas denotan una estética sofisticada, sobresalen el tratamiento de la luz y aparte tiene una visión amplia para crear dentro de los espacios en blanco hermosas escenografías, que son elementos fundamentales que caracterizan la fotografía de moda. Además, dentro de su trabajo estuvo influenciado por el movimiento artístico art deco, el cual se puede percibir en sus fotografías. Edward experimentaba mucho con las luces artificiales y enfatizaba las facciones del rostro con ayuda de los altos contrastes, capturando la esencia humana, lo cual con ciertas miradas o posicionamiento del mismo cuerpo transmitía elegancia, belleza, seriedad y misterio; y no sólo eso, dentro su obra tenía un gran control en el balance de blancos. Su talento lo llevó a retratar a grandes personajes, como Gary Cooper, Katherine Hepburn, Marlne Dietrich, Joan Crawford, Greta Garbo, Douglas Fairbanks, Gloria Swanson, Picasso, Charles Chaplin, Marta Graham y George Gershwin entre muchos otros.
Este erudito de la fotografía nunca se detuvo y dedicó gran parte de su vida en ser un artista que pinta con luz. Una de sus muestras más importantes fue en 1955, donde capturó e inmortalizó en 500 fotografías la fraternidad y el compromiso humano en 68 países. Este acervo fotográfico está en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y actualmente forma parte de la colección permanente del Chateau de Clervaux (Luxemburgo). Lamentablemente, un 25 de marzo de 1973 fallece este genio artístico, quien marcó un gran estilo, tendencia y creatividad en el mundo de la fotografía; dejó también un gran legado artístico, fue considerado por su colega y fotógrafo estadounidense Alfred Stieglitz como
“el más grande fotógrafo que jamás haya existido”.
Alfred Stieglitz