EL ARTE BRUTAL
Por Ofelia Galindo
México fue uno de los grandes en la metalurgia con empresas como Altos Hornos de México o Fundidora Monterrey, con éstas se logró un gran desarrollo en cuanto a las vías de comunicación, pero, también, dicho progreso nos obsequió uno de los edificios más emblemáticos “el palacio de bellas artes”, con Art Nouveau en el exterior y decó en el interior; un ícono de la construcción. Todo esto me llevó a preguntarme ¿sólo lo detallado y bello es arte?
Algunos dicen que la arquitectura es la disciplina del diseño del espacio, pero ¿Qué ocurre con esas edificaciones funcionales y no admirables, habrá quienes contemplen las carreteras, los puentes y caminos?, ¿o de verdad Porfirio Diaz tenía que legitimarse con una o varias construcciones para ver el poderío artístico de la actividad económica, ya que el industrial no fue suficiente?
Por otro lado, en algún punto de nuestra vida aprendimos que la arquitectura era una de las bellas artes, pero, reitero, ¿acaso toda lo que abarca? Admirar la magnificencia de grandes metrópolis como Nueva York, Ciudad de México, Tokio o el Palacio de Buckigham (que tiene la particularidad de que no sólo su arquitectura lo vuelve imponente, sino de igual manera su función) conlleva a pensar si en países como el nuestro, en el que la población crece y también sus necesidades ésta funcionaría, ¿puede asegurarse que esta rama dé respuesta a la planeación de dicha expansión de una manera estética y funcional? De ser así tendríamos que admirar el encanto de las banquetas, las calles, los adoquines o los “freeways”, diseñados y creados para satisfacer una urgencia; pero ¿qué pasa con las periferias de las ciudades, esas en las que la hermosura deja de existir, o al menos como la conocemos?
De acuerdo con el estándar eurocentrista, esas áreas aledañas en las que la mayoría de las construcciones tienen los materiales expuestos y que algunos consideran inacabadas ¿serían consideradas parte del diseño llamado “brutalista”? De acuerdo con la RAE, la palabra de la que surge este término es un adjetivo propio de los animales o del carácter violento de una persona, y si bien proviene del francés “bèton brut” que significa “hormigón bruto”, entonces esta corriente emula la violencia y agresividad de las periferias, haciendo uso de la sensibilidad para lograr transmitir y ser considerado arte. Tal es el caso de la entonces Unión Soviética, que después de la Segunda Guerra Mundial atiende a la necesidad de reubicar a las personas y dotar de una vivienda con los “servicios básicos”.
El ya mencionado brutalismo, desde la perspectiva comunista, es el claro ejemplo de cómo el arte atiende a los requerimientos sociales y políticos, pues se desarrolla de acuerdo con el contexto, o al menos eso parece, ya que en este sistema era indispensable alejarse de las estructuras híper adornadas y dejar que la sencillez de las construcciones transmitiera la ideología política. El edificio del Colegio de México es uno de los referentes más grandes, pues es una muestra de la crisis que se vivía en el gobierno saliente de Echeverría y el entrante de Lopéz Portillo; es el momento histórico en el que la moneda sufriría su más grande devaluación. Esto, por supuesto, se vio reflejado en los edificios construidos, pues se caracterizaron por tener un diseño austero y voraz, metáfora que describía al gobierno.
Actualmente, el brutalismo responde a intereses estéticos del mejor postor, ya no expresa una ideología política, sino que transmite el hecho de que los ricos se han apropiado de una expresión más, dejando así atrás la funcionalidad de la arquitectura y las necesidades que en zonas marginadas no son accesibles. Olvidaron el derecho a un medio ambiente sano y con viviendas dignas, pues se limitaron a exhibir el poderío industrial, ese que hizo a México grande por al menos 40 años.
Creo que sería preciso exigir que la planeación del desarrollo de las ciudades sea para todos, ni brutales ni depredadoras, sólo “hermosas” … Pedir que la contaminación provocada por la industria, esa que aniquila nuestros manglares y demás zonas naturalmente bellas, sea regulada o detenida, en vez de sólo permitir que lo brutal las consuma. Entonces ¿es el brutalismo un arte o sólo una herramienta de desarrollo?