El hombre que perdió la fe en sí mismo.

Por Héctor Fabián García

Se dice que los hombres y mujeres que deambulan solos por el mundo en busca de compañía rara vez encuentran tranquilidad consigo mismos.

Un día, subiendo una colina repleta de nieve, sin darse cuenta se resbaló debido al hielo que había en el suelo, dándose un fuerte golpe en la frente. Intentó levantarse, pero sólo logró arrastrarse, en su intento por reponerse, y antes de perder la conciencia pudo tomar la mano de alguien.

Cuando despertó vio la silueta de una joven que le extendió un manto mientras le preguntaba si se encontraba bien. Él se levantó y un poco confundido le preguntó: “¿Dónde nos encontramos?”. Ella le respondió que en su casa.

El hombre entonces se levantó y observó alrededor del cuarto para percatarse de que el lugar era pequeño, alrededor del cuarto había una serie de pinturas y dibujos pegados en la pared. Él le preguntó si vivía sola y ella le contestó que lleva varios años en soledad, pues sus familiares no la suelen visitar por el frío que abunda en el lugar.

Fue así como entablaron una pequeña conversación, pero de repente el hombre se tocó el pecho con temor al sufrimiento. ¿Cuál fue su sorpresa? El dolor había desaparecido, así que decidió quedarse un día, una semana, posterior un mes y hablar con esta bella joven todas las noches. El hombre después de haber deambulando errante por mucho tiempo, había encontrado tranquilidad y paz por fin consigo mismo.

Sin embargo, lo que muy pocos saben es que el hombre nunca fue auxiliado por ninguna mujer, el golpe fue demasiado fuerte que le generó un traumatismo cerebral grave. Lo que sucedió realmente es que en sus últimos momentos de agonía al intentar levantarse con la poca fuerza que le quedaba, pudo tomar entre sus manos la mano helada de una joven que llevaba tiempo congelada en esa colina, fue así como unas horas más tarde falleció.

Se dice que aún yace el cuerpo de ambos tomándose uno del otro de la mano, el rostro del hombre y de la mujer tienen grabada una sonrisa. Tal vez perder la fe en uno mismo lleva a ciertas personas a darse cuenta de que, aun en la muerte, la soledad no es nunca el mejor remedio para los corazones rotos y quebrantados.

El cuento está inspirado en la canción Faith de Taking Back Sunday.

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