El penúltimo sueño: otra voz
Por Yessika María Rengifo Castillo:
Le vació el alma en los ojos, mientras le tocaba con el dedo su mano de rosa húmeda. El rubor abrasaba las mejillas de Soledad, pintándola de amor. Joan pudo ver a su alrededor un halo de virgen majestuosa. Era celestial, como había dicho madame Tetou. Se le había aparecido la virgen, por eso se sentía en aquel estado de gracia desvivida.
Ángela Becerra[1]
Una de las novelas que ha consagrado la carrera literaria de la escritora colombiana Ángela Becerra es El penúltimo sueño, ya que obtuvo en el año 2006 el premio Latin Literary Award por Mejor Novela Romántica, siendo esa la segunda vez que lo posee. Narra la historia de Soledad Urdaneta y Joan Dolgut quienes enfrentan diferentes obstáculos en ciudades como Cannes y Barcelona desde la adolescencia para estar juntos en un sueño inacabado, que sólo se concretará al final de sus vidas con un mágico desenlace. Joan y Soledad son la caracterización de Romeo y Julieta en una Europa en crisis: él es un migrarte que huye de España después de la Guerra Civil trabajando como camarero en un prestigioso hotel de Cannes; Joan conoce a Soledad, la hermosa hija de un millonario colombiano hospedado en ese hotel, pero tiene prohibido mirar a ese huésped especial, quien logra cautivarse por él ante su maravillosa destreza con el piano.
Avanzando en el tiempo, encontramos más voces como la de Tita Sarda, quien permitirá identificar algunas posturas sociales y sexuales que desempeña la mujer en la sociedad. Basándose en que la autora es narradora omnisciente, hay un enriquecimiento de sucesos y adjetivos que logran evidenciar esa posición de la mujer frente a lo erótico.
El erotismo se identifica como uno de los placeres y vivencias que tienen los seres humanos, un placer profundo de vivir y sentir al otro, explorando sentimientos y pensamientos.
Según Daudon (2006, p. 5):
El misterio del cuerpo se desdobla en un espejo: misterioso cuerpo visto desde el exterior, el cuerpo del otro, fuente de promesas y de amenazas, de angustia y de felicidad, que monopoliza, tiránico o mesiánico, el espacio y el tiempo, cuyo exceso le sumerge y la ausencia mortifica y no es menos misterioso el propio cuerpo, su percepción interna, la forma orgánica del yo, de la conciencia y la identidad del sujeto, pero también dejando al inconsciente y agarrado de una interioridad vivida dentro de una sorda e irreducible presencia.
Lo anterior indica que el erotismo es un canto del cuerpo en diferentes manifestaciones sociales.
Estos argumentos corresponden muy bien a la importancia de incluir al género femenino como protagonista de los hechos, causando una transformación en las relaciones sociales y sexuales del mundo. Sin embargo, escribir sobre temas como la sexualidad o el sexo no es una tarea fácil en escenarios que han estado dominados por dogmas eclesiásticos e ideas machistas. En el caso de Ángela Becerra, sus obras son la representación de un aire fresco a la vida, los comportamientos sociales, el amor, el erotismo, el sentir y actuar de las mujeres.
No es una casualidad el hecho que Tita Sarda, una de las protagonistas de la novela, sea presentada como una mujer bella que invierte horas a su cuidado personal:
Tita Sarda, su mujer salió en vaporosas sedas y luciendo un bronceado que desbordaba dos siliconas maduras. Tenía un cuerpo firme, moldeado a punta de días enteros de spinning y maquinitas, y aunque no necesitaba de acicales para estar bella, iba impecablemente maquillada con los potingues de Chanel (p. 25).
Además, Tita tenía una familia adinerada, esposo exitoso y un hijo: ante los cánones de la sociedad una vida perfecta. Lo que importa observar es que esos patrones sociales no llenaban su vida a tal punto, pues termina involucrándose con Massimo, quien despierta en ella actos eróticos y el deseo de sentirse amada:
Me lo has prometido, serás mía. —Mientras lo decía, Massimo dirigió el chorro del hidromasaje al sexo de Tita hasta provocarle un orgasmo acuático. Después empezaron a amarse como gatos y tigres, todo a la vez, aullando, gritando, jadeando, arañándose y suspirando hasta acabar rendidos de agua y caricias (p. 243).
La tesis que ahora se va a plantear es que, aunque los encuentros de Tita y Massimo son sexuales todo el tiempo, era imposible que ella no involucrara sus sentimientos. Esto se aprecia en el siguiente pasaje:
Era verdad que aquel hombre, maravilloso según sus propias palabras, le había llegado primero por el cuerpo, pero con el tiempo se le había metido directo en el alma (p. 242).
Una vez más se confirma que el ser humano es armónico, le es casi imposible deslindar los sentimientos y los pensamientos.
Y hemos, pues, descubierto que pese al amor que ha nacido en Tita por Massimo no es suficiente. Éste la deja por una mujer mucho más joven y adinerada, ocasionándole una profunda tristeza, pero mostrando la sensibilidad y la sexualidad del espíritu femenino en esa búsqueda permanente de ese amor que se anhela e idealiza.
El llamado es a leer a la querida Ángela Becerra, referente del idealismo mágico. Para ella la magia está al servicio de las emociones, como una herramienta que ayuda a remarcar emociones o situaciones fuertes; en sus palabras:
“Yo vengo de un país, Colombia, con un imaginario impresionante: crecí entre la realidad y la ficción, con esos cuentos que oía de pequeña, los ruidos de la noche. Recuerdo por ejemplo un pájaro nocturno que sonaba como si estuviesen ahorcando a una mujer, y en mi casa se decía que era la novia sin cabeza, cuyo cuerpo iba buscando la suya. Terminas viviendo en esa realidad imaginada”.
Referencias bibliográficas
Becerra, A. El penúltimo sueño. Barcelona: Editorial Planeta, 2006.
Daudon, R. El erotismo. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, S.L., 2006.
Cibergrafìa
Imagen tomada de https://www.lectura-abierta.com/el-penultimo-sueno-una-alegoria-al-amor/
[1] Escritora, novelista y poetisa colombiana, autora de «De los amores negados» (2004), «El penúltimo sueño» (2005), «Lo que le falta al tiempo» (2007) y «Ella, que todo lo tuvo» (2009).